jueves, 30 de octubre de 2014

SIN PERDÓN


Yo no sé si Rajoy ha pedido perdón o se ha querido anticipar al Halloween. O que cree que está en misa, o confesándose –en realidad lo que pide es la absolución, sin un avemaría de penitencia–, y que el desgobierno, en vez de delito sea pecado. Y la pide al ver que entramos en tiempo de venganza.

martes, 28 de octubre de 2014

TODOS LOS CAMPOS SON SANTOS (como su propio nombre indica)

Cualquiera que visite estos días un cementerio podría pensar en un reflorecimiento funerario. Pero una cosa es el culto suntuario, que es flor de un día –tres si son de calidad–  y otra el culto a los muertos, que es cada día más desleído.

martes, 21 de octubre de 2014

Aibá, mi abuela


La esperanza de vida depende de las glándulas. De las salivares en eso que se ha dado en llamar tercer mundo y que no siempre está en el quintopijo, y de otras más diversas en este solar requisado y edificado del planeta con comercial, oficinas y planta noble.

jueves, 2 de octubre de 2014

Lo peor


Lo peor no es que esto sea una fábrica de chorizos, crápulas, tironeros de pro, timadores, traficantes de sueños, castas casposas y de Armani, ordeñapresupuestos, aforrados, putiferiados electos, delincuentes por libre o en germanía, falsarios, diezporcientistas, un sitio, en fin, donde el cohecho, extorsión, malversación, fraude, mordida o prevaricación son ya palabras menores por ser desayuno cotidiano, y pecata minuta al lado de otros males mayúsculos presagiados que las dejan en mantillas. O que sea este el sitio donde más (y mejor) viven de la injuria los calumniadores, del mérito y capacidad los chollistas y lameculos, de la infamia los mentirosos y de la deshonra los proxenetas. Todos a golpe de pecho y, por supuesto, merecidamente por grandes trabajadores. 
Primer mandamiento de la sociedad basura o del malestar:
Que cada uno se lo lleve como pueda. Y el que venga detrás,
que arree.
Un sitio, por las mismas, donde menos se puede vivir del esfuerzo y de lo tenido erróneamente por honrado. Donde lo más grave ya es ser pobre, por lo que implica de sobra de vergüenza… o de fracaso en el hampa, que es peor. Y aun así, eso no es lo peor. Ni que ello comporte haber mandado al carajo los principios, los valores y las cuatro cosas intocables que nadie se puede saltar para que esto no salte; o que se haya pervertido la ley, amañado el derecho, embanastado a la justicia, dinamitado todo el sistema punitivo para que solo se pague selectivamente, detalle que agradecerán los funcionarios de prisiones, que así no van al  paro. 
Todo eso no es nada comparado con el daño causado en gran parte de los damnificados. No en sus bolsillos, en sus familias o en sus vidas. Pues lo peor es el cambio radical de ver el mundo, de percibir la realidad que la caída de la venda ha provocado en todos aquellos que iban por lo legal y pensaban que todo eso, o no era de aquí, o estaba superado; que esto era una sociedad y no un estercolero. Gente que se había ido civilizando y habían empezado a compaginar egoísmo y bien común. Y que ahora está más convencida que nunca de que el crimen no paga y lo mejor es ser uno de ellos y no un gilipollas. Gente deseando sumarse, díganlo o no, al vertedero para disputar un huesecillo, deseando resarcirse a bocados de tanto tiempo como estuvieron ciegos. Los conversos del mal. Y sí, siempre quedaremos algunos justos, pero –como dijo aquel exministro franquista– no sabemos quienes.