jueves, 14 de noviembre de 2024

El estado

 

Lo catastrófico era hasta ayer tarde la ocasión ideal para que el poder se luciera en el control del caos, su gran enemigo, y, supeditando aún más a los gobernados, reforzarse. En los 70’ el cine de catástrofes, enseñaba que, gracias a la tecnología, las fuerzas del orden y otros servicios varios, o sea, el estado, podía con todo. 

Pero eso parece que se acaba, lo cual es una novedad radical, de estar ya en otra época, otra fase de la historia, y preocupante, pues resulta que la baza más importante de la parte visible del poder, eso llamado aparato del estado, todas esas estructuras públicas o semi, desde una pedanía o una ong hasta Moncloa, que servían hasta hoy de sostén y garantía de ir para adelante, es el relato. Que cuando se vacía ya es sencillamente alucinante, pues se reduce a eslóganes, consignas, lemas que parecen sacados de esa revoltaza gigantesca de fango, muebles, cacharros, basura, coches -y su autonasia urbana- y miseria acumulados como excremento inevacuable de esta Dana. 

Y el poder, incapaz de otra cosa, se pone a ras del barro, a la altura del betún, al nivel del populacho, y mientras este proclama, como le es propio, que “el pueblo salva al pueblo”, Sánchez declara que “el estado somos todos”. 

Y la práctica política queda reducida a un duelo de gilipolleces, pues si el pueblo, esa entelequia que no se sabe ni lo que es, jamás se ha salvado de nada y menos a sí mismo, decir que un desgraciado en la puta calle, hecho trizas, y huérfano de casi todo es parte del estado, como mínimo es mentira y un insulto. 

A no ser que se refiera, siguiendo con el populismo de baja estofa, a los solidarios del finde, del turismo de catástrofes, o a esas columnas con la pala en ristre -¡aiho, aiho, cantando al trabajar, tra, la, la la, aiho!-, esa nueva Revolución Cultural de Jóvenes Guardias de la solidaridaaad, dispuesta a darlo todo, y gratis, sin cotizar -y sin eso no hay pensiones (aunque ellos como no las van a tener de todos modos…)-, aunque da muy bien en la tele, ¡hale, venga, a gozaaar!-. 

Buena voluntad y bazofia. Mala mezcla. Pero es lo que hay. Comprensible en los que echan mano del estado, antes del bienestar, y no lo encuentran. E indecente en quien quiere hacerlo nuestro y endilgárnoslo cuando ya no nos sirve.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Cabezo (amarillo) de turco.

 Menos mal que ha ganado Trump. Si no, a ver a quien le echas la culpa de la DANA. 

DANAS


La medida universal de nuestra solidaridad ha resultado ser la garrafa de agua. Somos así de originales.

jueves, 31 de octubre de 2024

El dolor

 

Si algo es común a toda Europa, y cada vez más universal, es la huida del dolor.

martes, 22 de octubre de 2024

Deshogarados

Los progres no tienen remedio. Su último gran dilema moral, intelectual, casi espiritual, a pique de caerse de la bicicleta (o del todocamino) es si permanecer en X, de soltera Twitter, o ponerse a servir, a la revolución, supongo. 

jueves, 17 de octubre de 2024

Derechización

Ahora mismo, el mayor fabricante de Nueva Extrema Derecha del país es el Psoe. No los pseudomedios, la oposición o Elon Mask.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Edadismo


Debe de ser por aquello que gritaban los Sex Pistols, “¡¡No future!!”, pero nunca nuestra  sociedad estuvo tan colgada con el ayer.

jueves, 3 de octubre de 2024

Nadismo

 

Es sabido que el mundo está lleno de don nadies. La novedad es que cada día lo son (somos) más profundos.

jueves, 26 de septiembre de 2024

Duelo en t.v. Corral


Lo de Motos versus Broncano, no es que me dé bronca, dicho en argentino; es que da grima, asco y ganas de llamar a los israelíes -o mejor no, pues se cargarían a la población infantil, que apenas ve la tele-.

viernes, 20 de septiembre de 2024

Tiempo de crepusculos (2005)

 

Cada noviembre simultaneo el manto del azafrán con la recaída en esa gallardía estéril de querer comprender –pues aún no he llegado a esa edad de Fernán Gómez de estar hasta los cojones de comprender– cómo vivimos de pendientes de cosas que en realidad no existen, que incluso cultivamos el afán de su creencia, tal vez huyendo de una realidad tan irreal como la que se nos impone, yendo de la sartén de lo virtual al fuego de lo sólo verosímil, inermes frente a lo casi inerte, al mando de una felicidad malva como esa flor empeñada en anunciarnos un tiempo, más que de difuntos, tordo y radical, un tiempo de crepúsculos, que es como más gótico y matizado.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

El begoñazo

 

Begoña Gómez ya no es una mujer. Ahora es la reencarnación de aquellos garrotes de Goya con los que pintaba a los típicos paisanos fratricidas matándose a bastazos.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Ficciones y contradicciones: Contribución a la crítica de la ecología política (para un planeta más justo, naturalmente) Post-it 30

Preámbulo para inadvertidos

(Prólogo del propio autor aparecido en una edición pirata de un cómic con supuesto guion suyo, que por lo gratuito, expresivo y a mano es el más utilizado)

 

 

Siempre me he considerado un científico antes que un hombre de letras. Lo que quiere decir que no tengo palabras, y las que tengo las emplearé para auto denigrarme. ¿Por qué? Porque soy un zape, un pobre desgraciado.

Esto, dicho así por alguien que se autoproclama servil para una sociedad que lo considera el mayor de sus engendros, puede resultar cínico. Que si mis padres vieran en lo que me he convertido, ya no venderían su par de mulas para poder matricularme en la facultad de Ciencias y ser algo en la vida, sino que me uncirían a la yunta como otro acémila más, aún a sabiendas de que entre ellas sería como un tercero en discordia. Después de todo, su conocimiento sobre mí es superior al mío propio, aunque inferior a mi desconocimiento de los demás, y así sucesivamente. Por eso me metí a farandulero y escribí de lo que no sabía, echando mano de mi fantasía para expresar mi pulsación científica. Y así me fue.

viernes, 13 de septiembre de 2024

Reiniciar

 

Parece una gorrumbada, pero, cuando un modo de vida se agota, la experiencia, y no el tiempo, siempre corto, resulta ser el gran escollo para volver a empezar -el famoso begin the begine, sea por Artie Shaw, Julio o Garci-. Resetear, que ahora se dice.

jueves, 5 de septiembre de 2024

Retóricas

 Que los jueces se metan a políticos no es más que una redundancia aberrante.

Nadie es perfecto

 

Puigdemont es de los pocos que, con tal de mentir a los catalanes, nos suelta verdades como puños a los españoles.

Una de cal


Por estas fechas me suele venir el recuerdo de la cal, de la piel de muchas casas de entonces, que siempre andaban pidiendo un enjalbiegue.

jueves, 29 de agosto de 2024

El sinapismo

 

Antes de ayer se produjo algo que hace las delicias de cualquier columniador, eso que llaman una conjunción planetaria.

jueves, 22 de agosto de 2024

¡Es que te odio, te odio y te odio!

 

Alucinante. Mientras el noticiario regional no paraba de sacar a la ministra de guardia (la de vivienda, por poner algo), hablando del odio desatado contra los Menas por el asesinato del niño de Mocejón, las imágenes (de la tele propiedad de la ínclita) no paraban de exhibir, señalando desde todos los ángulos, la casa del pueblo del presunto homicida. Eso es discreción, presunción de inocencia y salvaguarda de derechos.

Sombras

 

En puridad, un político es alguien que se dedica a administrar las sombras. En el caso de concejales de medio ambiente y alcaldes en general, literalmente. 

Hubo un tiempo, tan lejano como el frescor o la concordia, si es que las hubo alguna vez, en que se les veía como portadores de luz, o al menos como un reflejo, ya paliducho e impostado, de ese estrellato ya pasado del siglo de las luces, a cuya vera se alumbró una vez algo más que gestión y buenos deseos, y que por aquí se acabó en cuanto empezó a sonar el tintineo del vil metal -que no es tan vil, pero queda bien-, dando comienzo así la perrea del empoderamiento del chimpancé sordo y ciego pero, lo que es peor, no mudo. 

Y la cosa mudó, y los políticos de a pie se tornaron intérpretes, mayormente de la farsa, que varían su oferta en función del cambio de la demanda, la peor mentira. 

Hasta ahí habían sido más unos déspotas ilustrados -el que lo fuera-, que decían ejecutar los deseos tanto tiempo postergados de las masas transidas, metiendo de rondón entreveradas gambas de su cosecha, improvisando así un mechado que el cliente dio por consumible. Era, por simplificar, cuando en las zonas verdes se ponían más árboles que césped. 

A partir de entonces se dio la vuelta y, fuese para aumentar los metros de verdín por habitante, porque sale más caro y se puede (mal)gastar más, o por los traumas y frustraciones pastueñas propios de gente de recua y rebaño, el césped impera, y por lo tanto, el sol. Los administradores de sombras, piscineros golfistas en deseo o practicantes o que sueñan con el sol en sus pellejos (además de con ovejas mecánicas), las administran ahora a partir del odio. 

Y cada año las ralean, las podan tuerteando de sombra calles, bulevares, parques incluso, dejándolas extinguir como un bien mostrenco. Dicen que para evitar que nos caigan las ramas, y a ellos el pelo. Lo cual está garantizado. Todo lo más te puede caer una caca de palomo. No sé quién va a pasar por esas avenidas a rape, esos parques al sol. Eso sí, luego te ponen en pleno verano plantones grandes en cualquier parte, para que se sequen. Que es un todo un detalle, y refresca mucho, la verdad.

martes, 13 de agosto de 2024

Burlesque

 Esto no es (aún) una confrontación civil, salvo para coger sitio en la playa, y llevar pistola ahí sería todo un puntazo. Si lo fuera, a Puigdemont ya le habrían aplicado la ley de fugas. Quiero decir otra a la encasquetada por el estado PPSOE, tan minimalista y animalista él: dejar a la mula mear, que meando descansa. 

Pero es que el ilustre ya no es un fugado de la justicia; ahora es el fuguista de la Juntsticia. El fuguista juntsticiero. Un fuguista tan bregado y fogueado que se desfoga (trans)fugándose a dónde y cómo sea, sin despeinarse, pues ya va. Envidando y negando la mayor, a lo Miguel Bosé. Y eso es más que un escapista jugador de brisca dos en uno, algo més que un club y sobre todo molt més que un país, y més si éste es petit y con mossos haciendo el trabajo de adultos. Ande va a parar. 

Es el espectacle del procés, o el procés hecho espectacle, si no es lo mismo, con más pilas que el conejito, y sin chistera (pues ya lleva casco). Porque este gachó es un Mozart de la tocata y fuga, del hola y adiós grouchista, yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, perdona pero me están esperando en la Junquera. 

¿Junqueras?

 ¡Oh, perdón, quise decir Jonquera! Pero no, ese lleva otro número del circo, el de Leoncio el león y el enanito provisional. Un número prescindible, le aconsejo que visite nuestro bar, je, je. 

¡Pero si se ha reído! 

Si le parece, lloro, con la de bolos que me están saliendo. El negoci es el negoci. No sabes qué agenda tengo, que voy a necesitar al Idealista para que me la lleven. Pero que conste que me he reído en catalán. 

¿Y eso cómo se hace? 

Fácil. Puedo decírselo pues está patentado. Consiste en reírse de todo el mundo. De tothom, vamos. De abajo arriba. Empiezas con los andaluces, que son más risueños, y ya, cuando se te cansan, de los de Girona, con la risa más floja, por si las moscas. 

Será mosques, ¿no? 

Si us plau... Ah, perdone, el móvil. ¿Sí?... ¡Ja, ja! Vale, adeu. Sí, es mi colega de Madrit, que a ver si me animo a hacer el número pero con la Guardia Civil. Que me ayudarían. 

¿Y lo hará? 

Créame, lo pensaré. Pero a mí los tongos, no. Lo mío es lo auténtico, ¡Visca Catalunya! 

Hale, pues visca.

viernes, 9 de agosto de 2024

La espera


La esperanza puede que sea lo último que se pierde. Menos que un paraguas en Albacete o un chambi a la puerta de un cole, o que la parienta del mismo nombre de la chirigota gaditana. Pero de hecho la pobre se pierde más que el pelo, los cuartos de los impuestos o la virginidad, por distinta causa, claro, pues si una es voluntariamente, la otra es por imponderables. Adivinen. 

Todo es cuestión de tiempo. O de los tiempos. En todo caso, perder la esperanza sigue siendo un pecado grave, pues significa estar poseído por el espíritu de la desesperación, el Belfegor ese. 

Y los que crean que hablamos de religión y no les atañe, van dados, pues en plena era digital la desesperación también ha caído en las garras del escrutinio constante de lo recto o erróneo, lo correcto o lo torcido, y desde criterios estrictamente sociales está pero que muy mal visto desesperarse, porque ello implica haber perdido la confianza, no en Dios, ni en el cosmos, sino en un final positivo, en un final feliz, que es para lo que se nos prepara, contrariamente a lo que sucede, justificado por la vía creyente con el “era voluntad de Dios”, o por el civil (aunque no mucho más civilizado) desenlace fatal, que suena más a matemáticas y ley de probabilidades. 

Pero desde una y otra óptica, perder la esperanza es lo peor. Se estigmatiza al portador y se señala como disidente transgresor a quien lo dude. Solo un criminal como Don Corleone puede decir que solo pueden estar confiados los niños y las mujeres -era antes del Me Too, y de tanto niñato diabólico del presente-. 

Sin embargo, los romanos la veían como hermana de la Muerte, por terminar con las penas. Que es una visión mucho más próxima a su idea actual, a medio camino entre el hedonismo cínico del confía en Dios y no corras, y el pasote apuntado en Filipenses 4:6-7: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho”. 

Basta con sustituir Dios por vida, o naturaleza. Y echarle una cierta fe. Sea la del don divino cuya falta no agrada a Dios (vaya tela). O la fe en la nada del simple superviviente. Qué cosas.


martes, 6 de agosto de 2024

Hablando de medidas

 

Hablando de medidas fiscales Pedro Sánchez y María Jesús Montero acaban de hacer una frase por la que John Holmes hubiera dado treinta días de sueldo para usarla de epitafio: morir por los extremos o por las extremidades. ¡Qué grande es el cine!

martes, 30 de julio de 2024

Postit


El giro occidental actual hacia lo oscuro ya fue explicado por el marxismo, con perdón, esa óptica que hace tiempo pasó a especializarse en su primera premisa, interpretar el mundo, dejando a otros lo de transformarlo, con la famosa frase de Groucho, “vamos de victoria en victoria hasta la derrota final”, definiendo así, surrealista pero exactamente, el Nuevo Asalto a la Razón -por evocar el famoso libro de Lukacs sobre la genética ideológica del fascismo hace un siglo-, y aunque suene a astracanada hacerlo con un chiste. O no. 
Igual es desde la sinrazón cómo hay que evaluar lo que viene, dado que la razón, eso cristalizado con la Ilustración y practicado hasta hace dos días, ha pasado a ser otra cosa, si no su contrario, parecido, y querer seguir en ella quizá sea quedarse fuera de juego ipso facto. Que es lo que le pasa a la izquierda. Mucho diagnóstico, pero ninguna propuesta. 
Y eso es como no salir en la tele: que no existes. Y como única salida, las redes y la guerra cultural. Aceptar las reglas y el terreno del contrario, haciendo más evidente aún el papel de colgados del pasado (o past) que le adjudica la percepción social de la época, generada por la otra parte, que es a la que se otorga el carácter de nueva y renovada (o post). 
Porque ese es el juego de lo que se anuncia y que también tiene sus orígenes: el postismo de finales del XX, primero desde la estética, el arte y las vanguardias, esa degeneración pseudo regeneracionista que al llegar al lenguaje, a las ideas, se convirtió en postverdad, postmodernidad, posthistoria, postideologías, haciendo de la vida un postit. Pero no como lo que se deja para mañana sino como el mañana mismo, que ya está aquí. Post contra past. 
Y que se va perfilando en una idea cada día más arraigada, que la misma izquierda está renunciando a combatir: la postdemocracia. Como si solo fuese retórica. Una performance. Cuando empieza a ser un hecho consumado. Y no solo por sus promotores. Ahí está Maduro. Ese revolucionario a pucherazos de postdemocracia. Algo que cada día admitimos más como animal de compañía. Mientras la otra, la democracia a secas, se convierte en postit, pero para luego.

lunes, 22 de julio de 2024

Rutinas

 

El hombre occidental, o accidental, jamás imaginó que fuese a trabajar tanto… en su tiempo libre, ese invento para pobres surgido del ocio residual de los ricos, como la moda usar y tirar o el utilitario, supliendo así necesidades básicas adaptándolas al bolsillo, aunque no sea igual el de un fontanero, y perdón por el mal ejemplo, que el de un yentelman, que lo mismo no usa. Pero es que en lo del asueto, desde que tocarse el bolo y publicarlo es un derecho universal, el triunfo de la clase ociosa, implantada ya en los usos y la mentalidad generales, es que es insultante. Aunque, para desgracia de los miméticos humanitas actuales, al adoptar las costumbres de su clase apoltronada de la única manera que saben, con rutinas y con horario, han convertido eso llamado tiempo libre en otra gran actividad frustrante de su felicidad. Si bien el colmo de la estupidez sea lo de apuntarse a esa completa aberración, el giro definitivo de la idiocia de masas, pero sin la cual no puedes definirte ni integrarte en la humanidad más empática que cabe vislumbrar, que es el ocio activo. ¡Chúpate esa! El escarnio más humillante a tu costa y a golpe de látigo, ¡aaah! Bueno, de horario, mejor, esa cosa inventada por los monjes benedictinos nada menos que en el S. VI para llamar a la oración entre peoná y peoná, ora et labora y arre, burra. Desde entonces, el toque de campana tiene resonancias mágicas, tan bien administradas desde arriba, sean campanarios o cúpulas directivas, para instaurar y modular rutinas, sean del trabajo, del gimnasio, del senderismo, de una cama redonda o del pulpo a feira. Para llenar de sentido el ocio ha habido que transformarlo en un nuevo proceso productivo, ahora que las mercancías tangibles están de retirada. Si no, resulta aburrido, pues es solo ocio, y nada hoy en día puede ser solo eso, la nada, pues produce vacío, congoja. Hay que llenarlo todo, pues, de rutinas, y de horarios. De muchas campanas exteriores e interiorizarlas en el reloj en que nos hemos convertido con los siglos, solo para medir el tiempo, ayer esclavo y ahora libre, ese sarcasmo. De lo contrario, se nos para. O así lo creemos.

miércoles, 17 de julio de 2024

La Roja


Hacia 1970 se hizo trending topic una pancarta exhibida en San Mamés que decía: viva Rojo I, viva Rojo II y todos los rojos. Era cuando los rojos iban al fútbol, evidentemente. Apretada en el graderío y luego como morcilla entre las fotos de la crónica futbolística, fue toda una sensación y todo lo que daba de sí un régimen informativo a pan y agua. 

Hoy, en un régimen dizque totalmente distinto, en el momento en que Pedro Sánchez, en plan más que pagafantas, pagafantasmas, ha anunciado un paquete de cien millones, cien, de ayudas a los medios, también es cada día más difícil encontrar una información potable por las páginas. ¿Por qué será? 

Pero volvamos al rojo. O al rosa, que es más bien el desteñido en que va quedando ubicado dicho color, por cosas de la época, mayormente. Como por cosas de la época Luis Aragonés, alias Luis antes de ser armado caballero por la prensa triunfalera, se sacó lo de La Roja para lograr la empatía de una afición ciclotímica. 

Era un modo de centrar la identificación hasta simplificarla en un pigmento. Y la cosa funcionó aprovechando la inercia de otra época que ya estaba siendo llevada al tinte y desapareciendo. Que es lo que le pasa ahora a esa denominación de origen. 

Cada vez hay menos público que cuestione los colores de la selección, ni siquiera los catalanes, por compartir los mismos, y el recurso barato del rechazo de Otegui y su ikurriñización universal es casi patético. Pero bastante más que hace una década que rechaza esa connotación sesgada hacia el zurdismo entre líneas de una equipo que es visto ya más como un patrimonio simbólico general e identitario, que hay que preservar de las lindezas típicas de su manipulación por otras instancias. 

Por eso es de agradecer, en estos tiempos bloquistas en crisis política permanente, que haya como cierto consenso en no meter cizaña en algo tan revulsivo y concitador ejecutado además por un grupo de chicos más a la manera lúdica que competitiva, y que sea simplemente la selección nacional. El peligro está en que ya hay quien quiere que sea algo más, o sea nacionalista. Y eso, no es que sea de otra época. Es que, aún peor, sería muy de esta.