Vestir la camiseta de
la selección española puede ser extremadamente peligroso. Y no para los del
selectivo nacional precisamente, ese Íbex 23 de la pusilanimidad que se pasa
por el forro patria, colores, e himno porque no puede; ni siquiera para un
seguidor hartobirras triunfalista de la misma, más penosos que otra cosa. No.