viernes, 19 de diciembre de 2025

La pela


En la enciclopedia Álvarez mi quinta aprendió que, mucho antes de existir España, hubo un caudillo que ganaba batallas después de muerto. De ahí lo de “muerto, enterrado y con la losa encima” como dicho más garantísta contra las ganas de dar por saco de los porculeros -y aun así, fíjate en Franco-. 

Algo que nos iba a confirmar el recorrido por la vida carpetovetónica, donde robar, extorsionar, chantajear, saquear, coaccionar y otros verbos del protocolo político-social, son asumidos como normales y casi de obligado cumplimiento en nuestra idiosincrasia, si quieres comerte un colín, yendo el fracaso más ligado a su incumplimiento que a su devoción. 

Y esto rige del rey abajo hasta el último porquero. He ahí a Pujol, el máximo exponente del asunto. Honorado, besado (por delante y por detrás) y santificado. No en vano, los catalanes inventaron esa cosa tan española y vigente de “la pela es la pela”. De modo que, para dignificarnos hemos hecho propia la imagen del mafioso de Hollywood, a ese ser oscuro, con sombrero negro entre la sombra, de mirada inquietante y verbo entrecortado. 

Y no a cualquier cuñado de bragueta, que, en un país cuñadista donde los haya, con el braguetismo como moneda de curso, sería el icono más propio del mafioso (o de presidente). Pero la impostura reinante nos lleva al tópico fácil. 

Y nadie en su sano juicio se cree que los socialistas vayan a perder automáticamente por andar en pos de la pela como todo Dios (está dispuesto en el fondo de su almario a hacerlo por su pequeña famiglia, si no es que lo ha hecho ya); o por machear con las compañeras, que en la izquierda, con el amor libre y otras zarandajas siempre se tendió a confundir con un harem. 

El feminismo será la nueva vaca sagrada, pero la mentalidad patriarcal aún exige tocarles el culo antes que ser maricón. Si no, ahí está la aceptación social de Iceta o Marlaska. No nos engañemos. Tezanos no está tan lejos de la realidad, y si Sánchez se agarra al enlucido, es porque el cuñadismo sociata patrio sigue incólume en el prejuicio contra el oponente y la pela del limosneo propio. Ahí tienes a Sumar. Pero, ¿ cómo se puede ser tan buscapesetas; tan cuñaos?

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