Siete ministros allí, manifestándose ¿contra qué? ¿contra sí mismos? No. Contra el mercado, la globalización, el neoliberalismo, la deslocalización y el mal en general. Un gore pueril de lo más falso, impostado y friqui que a cualquiera, en Erte o no, y loco por irse a Gandía o al Jerte, y no le dejan, le dan ganas de ir a la mani, pero con un lanzallamas. Y no va, pero luego, vota.
Y lo peor, esa masa de jaleadores, sean bienpagaos sindicalistas, oenegeros, arrimados de la “sociedad civil”, o simplemente crédulos de ese mesianismo sextario, en que se apoyan para creerse el pueblo elegido por el bien, amparados en el supremacismo intelectual que dan el buenismo, el simplismo, el dogmatismo y unas buenas gafas opacas para protegerse de la realidad cuando se quedan sin respuestas, que ya es casi siempre, pues han perdido la delantera intelectual y viven de las rentas. Lo cual les dificulta el reciclaje.
Tanto Podemos como Cs, ahora machacados como todo perdedor, pues las masas, ya se dijo, de Lenin a Goebbels, son como niños, y por tanto crueles –también decían que eran femeninas, pero dejémoslo ahí–, pues tanto el uno como el otro venían a eso (además de a hacerse con chalés y malúes). Solo que, si Cs ha servido mejor para el tuneado de la derecha, estos otros aún están en pruebas con lo propio. Y ya veremos si no se quedan en ellas. Y sin plañideras. Así que, de momento, a llorar solos, pues.
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