Hay quien nada más
ver venir la vejez va y se deprime. Lo cual no es grave, sino realista. Más preocupante es quien, con las mismas, trata de que
sus hijos también sean viejos, que es la peor de las corrupciones, y de las más
perpetradas por padres contra hijos. Que si tragan, aún es más deprimente.
Puede que lo hagan por una buena causa, como esos yayos izquierdosos que hacen
hasta el pino para atraer a su viejo ideario a sus ideológicamente
desperdigados vástagos, para ir de la mano en las manis, como el último gran
placer de la senectud. Que será chocante, pero menos lamentable que los que,
por lo mismo, y ya sea por soledad o por rentabilizar lo mucho invertido en
descendencia para nada, al ver huir tanto al tiempo como el dinero se hacen de
la causa de los hijos, aunque sea de lo más dudosa o contraproducente con la
suya.
Pero si hay algo especialmente denigrante es ver a esos puretas
trasnochados cómo invitan a sus pobres criaturicas a un concierto de Bruce
Springsteen, como a una reunión masona o a una sesión iniciática de espiritismo,
para, con amañado embeleso, mecheros encendidos llevados ex profeso (pues ya no
fuman) y lamentos compartidos por no poder beber birras, contemplar al Jefe sudar entre su bótox e injertos de
pelo, como acto trascendente.
Qué papis más majos. Si tú no
has hecho eso por tu prole, si no te ha invadido esa forzada euforia, esa
premeditada nostalgia trasferible, esa empatía trucada, esa babosería de
relaciones paternofiliales sustituidas por la de amiguetes, más falsa que una
Ossa de 4 tiempos, te falta un pelo de la calva para ser un fachoso. Muchos lo
harán por chochez, por explicarse sin hablar, esa aversión intergeneracional, y
darse a saber a través de la afición o emociones presuntamente idénticas e
identitarias. Que el hijo acogerá con complicidad no menos ilusoria. Es la
última oportunidad frente al desconocimiento mutuo, antes de pasar al recuerdo.
Pero muchos más lo harán por introducir en la postmodernidad más progre,
creíble y a la vez contestona y salvaje por rockera(?), a su progenie, como un
ritual de paso, para investirlos así como de los suyos, cantando Nacido para
correr, y si es We shall overcome
(Venceremos), que es como la Internacional gringa por lo gospel, ahí ya es el descuaje. Y te sale del alma lo de “en pie patética legión”. ¿O era
famélica?
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