A estas alturas de la Dana, los únicos que han cobrado, y seguro que poco, han sido los militares que fueron al rescate del pifostio. Y porque son empleados públicos. Los demás, o sea los danificados interfectos, están a verlas venir. Lo esperado, pues.
Lo noticiable hubiera sido que ocurriera otra cosa. Vamos, que el niño mordiese al perro -si bien eso esté cada vez más cerca-. Nos pueden los antecedentes.Sin novedad en el frente, pues. Todo mal. Y de nuevo la desgracia y el desahogo político traen a colación al umenitarismo, o sea la milicia con rostro humano, como el único actor principal institucional positivo, algo quizá indeseado pero impepinable, a la vista de la inoperancia de las autoridades, que puede resumirse remedando el clásico: A Sánchez rogando y con el Mazón dando. O viceversa.
Lo cual es como para que otras instituciones civiles se lo hicieran mirar. Aunque peor mirados ya no pueden estar. Lo cual sigue siendo igual de inoperante con el problema de fondo, a saber: ¿qué hacían (y hacen) todos esos cientos de miles de habitantes viviendo en lugares destinados a ser pasto de las aguas, como ejércitos de pobres dirigidos por una administración y una economía en modo Moisés borracho, corrupto o criminal invitándoles a cruzar mares de aguas abiertas habitualmente, pero destinadas a cerrarse en el momento menos pensado para dejarlos en la estacada?
Yo no he visto aún en ningún informativo a nadie preguntarse eso. Y mucho menos responderlo, ni siquiera a dibujar un panorama. No. A nadie se le ocurre mentar la cantidad de gente que en toda España vive en zonas claramente pertenecientes al agua; a ser inevitablemente un día engullidos por ellas y pasar a la vida anfibia. Sería abrir un melón para el que faltarían cárceles.
Es
mejor hablar de la España vaciada, o de los okupas -¿por qué no los hay en los
pueblos?-. Polémicas rentables. Y que las fallas se ocupen de todo (ya verás). Por
cierto; sería homérico montarlas pegándole fuego a esas pirámides de deshechos,
coches, ropa, enseres, muebles, acumulados por ahí cual montes de miseria. Se
verían desde el espacio. Si no llueve, claro.
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