Según dicen, los españoles somos los menos preparados
en matemáticas y lenguaje no sólo de Europa sino también de toda España. Lo que
no quiere decir que no estemos a la última en ambas cosas.
En lo primero, gracias a parvulistas tan intrépidos como Guindos, Montoro o el profesor Gay de Liébana, y la ayuda inestimable de Iberdrola, la banca y otras socaliñas, que nos enseñan a restar y a dividir y nos han prometido que cuando salgamos de ésta pasaremos a sumar y a la tabla de multiplicar. Dios sea loado. Sólo de pensarlo, estoy que no quepo, o que no cojo, que diría un mejicano, como un niño (de los de antes) con libros nuevos.
En lo primero, gracias a parvulistas tan intrépidos como Guindos, Montoro o el profesor Gay de Liébana, y la ayuda inestimable de Iberdrola, la banca y otras socaliñas, que nos enseñan a restar y a dividir y nos han prometido que cuando salgamos de ésta pasaremos a sumar y a la tabla de multiplicar. Dios sea loado. Sólo de pensarlo, estoy que no quepo, o que no cojo, que diría un mejicano, como un niño (de los de antes) con libros nuevos.
Porque antes los libros de los escolares eran más
bien viejos, y con potas de huevo, pringue y otras cosas de las que ahora por
suerte se libran los libros de texto de nuestros infantes: iphones, tablets y
otras formas de enredilamiento, cuando estudian en ellos asignaturas tan
edificantes (de los bajos en especial) como ver hacer la perrea a Miley Cyrus, que
con eso de abandonar el segmento de mercado adolescente ha pasado, de ser plato
para donceles a fuente de babeo de doncellistas, los cuales, más pendientes de
las membriadas de parte de su cuerpo, al compás del de ella, no reparan en lo
mucho que la nueva generación puede enseñar, está enseñando ya, en lo que a la
cosa oral, sea o no con lengua, se refiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario