Dices tú de
populismos. Lo del acuerdo contra la pobreza energética no lo baten ni Bruselas
y Evita juntos –del verbo evitar, el más conjugado por nuestros sacamantecas:
yo Evito, tú Evitas, él Evita (porque siempre es el otro, claro)–. Pero sí lo
han conseguido PP y Psoe juntos, la Gran Coalición enmascarada que viene a ser
el culmen inédito del a ver quién es más bueno, o buenismo de nuevo cuño, y
digo nuevo porque, como dicen los viejos, estos bienqueda necesitan un cuño (de
moneda) para dar abasto a sus antojitos pro urna.
De hecho, con tal acuerdo estos
pastores de almas y ahora de cuerpos pínfanos expuestos al frío, acaban de
firmar un villancico, intitulable como Navidades Rosas, que supera con creces
al Cuento de Navidad de Dickens, ese del avaro tiñoso que es seducido para la
gloria, y que va a permitir que los frioleros pobres se caldeen (allá por mayo,
cuando hace el calor, y no es coña, sino cuando estará disponible) con la mejor
de las energías, la eléctrica –sin despreciar la más inagotable de todas, la del
pedigüeñeo–, la cual no les podrán cortar, dando así lugar, como quien no quiere
la cosa, a otro bien venido por mal, que será la consolidación como segmento de
negocio para las eléctricas de un buen número de kilovatipobres que hasta aquí no
eran seguros para poder exprimir como clientes.
Una fidelización por
decreto y a costa del contribuyente (y de las comercializadoras de corriente,
en parte, cuyo coste no tardarán en trasladarnos a los “pudientes”). Lo cual
significa todo un aguinaldo para dichas empresas, que ya se frotan las manos, y
no para calentarse precisamente.
Pero el aguinaldo es lo que tiene, que alegra
hasta al que lo toma, y mucho más al que lo da, aunque dude de su buen empleo.
Y además que, ¿quién no envidia esa energía gratis servida en bandeja por estos
Mr. Scrooges convertidos a la caridad de urgencias? Máxime cuando el frío
social actual, en pleno efecto invernadero (siempre la paradoja histórica), es
un producto, otro más, de las generaciones más energéticamente pobres que
sobreviven (la mía y la anterior), las del brasero de picón, el sagato y las
camas de a cuatro para poder calentarse con calor corporal, incluidos gases. Que es por lo que tantos y tantos prefieren tirar la calefacción por la ventana
antes que cerrar los radiadores.
Luego alegría pues. Que no decaiga. Y también por
la sentencia europea contra las cláusulas suelo de las hipotecas. Aunque sepamos
que también la pagaremos con más rescates a escote. Para eso estamos en
Navidad. Pero, Europa, por Dios, no más sentencias, eh, que queremos llegar al
menos hasta San Antón. Aunque sea a cuatro patas.
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