Encangrenamiento
Inútil es que te deje,
de nada sirve mi llanto,
tu querer es un martirio,
que tú me vas a hacer santo.
Humilde como una mimbre
y pobre como el barbecho
pero si tú me camelas,
camarera de los soles, me pondrías
una coraza en mi pecho.
La verdad que me juraste,
vino y se la llevó el viento
como era de jipijapa,
ni me acuerdo ni lo siento.
Mi ruina son tus remedios;
mi salvación, tu desprecio.
Dile si quieres, mi alma,
Dile tu pena a este tiento.
Dicen las casamenteras
que necesitas marido,
quien te conozca, te compre,
que yo aún no desvarío.
No quieras hacerme creer
que no me has echao cuentas,
que ya nadie vende duros,
verduga, a cuatro pesetas.
Sembré y en campo baldío
pensando y en tu desprecio,
y al ir llorando y llorando,
con mi sal se volvió yermo.
Anda y no me des gangrena
(no me des tú más gangrena)
que ya no me queda sangre
que pudrírseme en las venas.
Bicho maligno, te la has bebido
como las sanguijuelas
que había en el río.
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