El
acto de Rajoy de ir a repartir el maná de los impuestos a Cataluña –¡pitas,
pitas!–, tras años de estar echando tierra al asunto engordando así un problema que nos repercute a todos, es el penúltimo acto de indignidad política e iniquidad moral a que
este tipo, entre otros, nos someten diariamente a la inmensa mayoría.
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