ETA ha vencido. Al menos allí. Si Otegi habla de los 50 años
de dolor como un ‘relato’ (el discurso histórico pasado, puesto en plan
estructuralista) y los demás otorgan, es que sí.
Aunque a este lado el relato sea otro, que han sido derrotados y tal, pero chamullado como rutina testimonial, pues la historia sigue y nadie quiere perdérsela con relatos, discursos ni, sobre todo, memoriales.
Aunque a este lado el relato sea otro, que han sido derrotados y tal, pero chamullado como rutina testimonial, pues la historia sigue y nadie quiere perdérsela con relatos, discursos ni, sobre todo, memoriales.
La memoria es una rémora para la vida. Por eso aquí se
vive bien, pues la del español es más o menos como la de la lubina a la sal,
que dijo aquel. Y lo que te ahorras en psicólogos. Y la memoria histórica, a la
que la derecha es alérgica por genes, en este caso da también urticaria a los
otros, hasta que le den la vuelta y la reelaboren como relato comercializable,
que es lo que se lleva, y a lo que el país de tenderos y porteras tampoco
opondrá resistencia.
Y al igual que el Guggenheim se levantó sobre la mierda fabril
del Nervión, el maqueo del olvido convertirá la basura vital del pasado en otro
gran puntal de la nueva economía vasca.
Estoy hablando del futuro parque
temático de la lucha de liberación de la patria vasca y sus mártires, sus
soldados, sus víctimas (menos), sus escenarios, sus museos de los horrores y
lugares señalados: aquí un atentado, aquí un amigo, etc, la gran fuente de
divisas del mañana, en plan reality, que es en lo que queda al final la
historia. En otras partes ya se hace.
Viajes de Aventura en Ultramar, agencia
turística de Boston, organiza ya el Mafia tour included, un paquete siciliano de
dos semanas a 3500 pavos, con visitas guiadas de cómo es ser mafioso, vivir la
mafia y sentirla, con Angelo Provenzano, hijo de un célebre capo, como
referente explicador estrella. Una oferta que los turistas no pueden rechazar,
aunque acaben decepcionados por no poder hacer fotos a pistoleros o consiglieri
de verdad (así es el sentido de la historia), pero la caja aumenta.
Y aquí el
negocio pinta aún mejor, con el espíritu vasco, la ayuda de la omertá social, y
de la Iglesia, que ahí sigue, ayudando, ahora escenificando la entrega de las
armas, antes de Semana Santa, y previo a la Resurrección de un pueblo renacido.
Después de la muerte, teatro; después de lo vivido, la farsa. Otro gran nicho
de negocio está servido. Y los nuevos colaboradores y viejos secuaces, los ex
de todo e hijos del pueblo ya se frotan las manos. Vencerán de nuevo.
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