Duelo
Desgraciado el
que anda
tras de su
pena.
Alimenta el
martirio
y el
consuelico
de un querer
medio roto,
nunca le
llega.
que no traigo
hambre ninguna,
que a las dos
de la mañana
se ha muerto
mi criatura.
Ay, esta noche
la enterramos
porque, con
esta calor,
a su madre no
le quedan
lágrimas para
el dolor.
Cuando el
sueño no viene,
las horas son
grilletes
de su remedio.
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