Si hubo un actor que no solo llevó hasta sus últimas
consecuencias la premisa de no aburrir nunca, sino la propia divisa de tener
que divertirse a toda costa con lo que hacía, ése fue George Sanders, nacido
ruso de padres ingleses y cultivador impenitente de una impostura cual era la suya
tan natural del cinismo y la altanería que hizo marca de la casa y de la que
vivió muy bien haciendo papeles de eso también en el cine, habitualmente de
caballero inglés, debido a su buen porte, distinción y acento, acabando por ser
a la pantalla en estilo y dicción lo que Conrad iba a ser a la literatura, con parecida
trayectoria (aunque éste, otro injerto triunfal, era ruso de verdad).
De su paso por este mundo se le deducen dos aficiones: el
tabaco y las Gabor (¿quién no?). Del primero renegó muy pronto como productor y
negociante, allá en Sudamérica, pero nunca como consumidor, con aquella su
imagen de pose de fumador con estilo que dejó como impronta, un devaneo hoy
hecho incorrección postmortem con el devenir de los hábitos y la moral que se
les confiere. Y no podía hacerlo (lo de renegar) si es verdad que debido a
aquella escapada latina fue como su vocación artística se le apareció al
descubrir que el tabaco no era lo suyo.
De lo segundo, las Gabor, acabó aún peor. De la primera,
Zsa Zsa, según manifestó después, finiquitaron a hostia limpia (según él en
defensa propia). No siendo mejor lo de la hermana, Magda, bastantes años
después, que acabó en “una apoteosis judicial” (ibidem).
Fue esta vida tan amena lo que haría que a su hermano
mayor, Tom Conway para el cine (La mujer pantera) fuese apodado como “el hermano
bueno”. Y aún así no se divertía lo suficiente. Causa, según siempre él, de
que, quizá viendo que el tabaco no le ayudaba lo bastante, decidiese optar
por el neambutal (no en vano en su juventud fue un químico cotizado), según
otros el pentabarbital, lo mismo que mató a Marylin, para quitarse de en medio
con una nota de despedida con varias versiones, pues siempre levantó
discrepancias:
Una: "Querido mundo: He vivido demasiado tiempo,
prolongarlo sería un aburrimiento. Os dejo con vuestros conflictos, vuestra
basura, y vuestra mierda fertilizante." Dos: “Querido mundo, me marcho porque
estoy aburrido, siento que he vivido demasiado, te dejo con tus preocupaciones
en esta dulce cloaca. Buena suerte.”
Lo cual está muy bien, porque hay donde elegir. Y que,
como tanto su lengua como su pluma eran dinamita, llegando a escribir dos best
sellers y rechazar ofertas millonarias por algún otro, ambas resultan
verosímiles. Ray Davies (The Kinks) dijo de él: “Si lo cubrieras de basura,
seguiría teniendo estilo”. Y aún dicen que murió de tedio. Y que del único
conocido que nunca opinó con su típico sarcasmo fue el limpiabotas de
Casteldefels donde se pegó el chute, que le mantenía impolutos los zapatos.
Cosas de caballeros.
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