La sociología tiene establecido
que la culpa histórica de esa constante postmoderna que consiste en que las
tías más guais, valientes y atractivas acaben siempre con los chicos malos,
la tiene el cine, y más concretamente el primer gran icono de villano bueno,
antihéroe de culto, aquel castigador con aura que fue Clark Gable, que puso de
moda la camiseta de tirantes. Y hasta hoy. Quién lo iba a decir del orejas de
pana, puto juvenil, según las malas lenguas, chulo braguetero de viejas, y picha
corta, según llegó a decir la Lombard, su señora, en uno de sus arranques
bocachanclas. Y es que la gran pantalla todo lo cambia. O como dice el
chascarrillo, parece mentira… lo que la picha estira.
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