Los catalanes tienen
la fama, pero también dicen que cuando Armstrong puso pie en la luna ya había
un gallego allí (o sería gallega) cociendo pulpo. O igual era un vendedor de melones
de Abengibre, que tampoco se están paraos.
El caso es que Rajoy le ha dado el
sorpasso a Puigdemont (que estaría pelándose) al ofrecerse a Trump con su
correduría para latinos, un tratante o representante, un comercial, vamos, que así, a priori, parece labor como más para uno de la Tarraconense, y más
después de ver a Saza en La escopeta nacional. Lo que son los tópicos. Por no
hablar del famoso seny que se les supone a sus habitantes, vital por otra parte para el corretaje, el trato, la
compraventa y el percentil. Bueno, y la experiencia de hacer pancartas en inglés, supuestamente de tanto
peso a la hora de obtener el cargo.
Y no. Está visto que lo que más vende al negociar con
quien vaya de amo del mundo por la vida es ofrecérsele de manijero mismamente, para llevar la
espuerta, el botijo, o de lacayo para evitarle tener que tratar con la servidumbre.
Cosas así.
Y es que, claro, si él va de América Primero, y tú te pones también
en plan Catalunya Primer, lo lógico es que haga como que no te conoce, pase de
ti y te quedes sin el 10%, o el 3, o lo que sea que te vayan a dar, y te den
por donde amargan las cucurbitáceas.
Bananas. Y hazlo todo grande otra vez. |
Pero claro, él tenía a Carmen Miranda la frutera, y Puigdemont, ¿a quién tiene el pobre? A Anna Gabriel, que no es que sea socia exactamente, sino que iban a la misma peluquería unisex, y una cosa lleva a la otra, y… Y además, que este, rumba, ni la catalana, por mestiza y del poble. Que no lo veo yo a él con el gitaneo, vamos.
En cambio Rajoy,
que la única rumba que conoce es la que manda a Montoro pasarnos a diario para no
dejarnos ni un pelo de gato con que traficar, no es que se conforme con el segundo
puesto, Spain the second, o el tercero. A él, con que le dejen de utillero le vale,
que él ya hará lado, hueco o lo que sea. Bueno, y la comisión. Que luego hay muchos para repartir.
Y es como debe ser. Porque del orgullo no se vive. Y aún menos del seny. En cambio
del coseny y de salirse por la tangente, éxito total. Solo es cuestión de
trigonometría. Y jeta.
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