A mí lo del relator ese, ni fu
ni fa, qué quieres que te diga. Que no me llama la atención. Lo que sí me ha
dejado a cuadros y un tanto patidifuso es que, en pleno centenario del paseo con fusilamiento incluido de Rosa
Luxemburgo (Rosa de Luxe, aquella pequeña judía, coja, inteligentísima y, como
toda gran feminista, más ingenua que un zuro), las femis de ahora, o el mismo Sánchez, no se hayan estremecido con
tamaño micromachismo y no hayan exigido avant
la lettre, o sea pero ya, que sea una relatora, qué cojones, o qué coño.
O
es que acaso una mujer no es capaz de guardar un secreto mejor que cualquier
chismoso fontanero de la política, de esos que desclasifican más información que
una archivera, “oye, y esto que no salga de aquí, por Dios, que me la juego,
pero ¿no sabes lo de fulano?”.
Eso, en una mujer, es impensable, salvo que
escojan a “la vieja el visillo”. Y lo que sucediera en esa cumbre –que será inenarrable,
seguro– no correría como mierda cuesta abajo a las dos horas, a mucho tirar.
Ellas operan de otro modo. Lo suyo es más una divulgación muñidora y
bidireccional; penelopiana, de manera que ahí queda la cosa y todo el mundo lo
da por sabido, aunque el marido sea siempre el último en enterarse.
Esencial pues. Y oye, que en enero han ido al paro otras
60.000 (por 23.000 varones), y hay que remontar esto como sea. ¿Para qué está
el jodido erario si no? Mira, si nos aprobáis los presupuestos, podremos
contratar relatoras por un tubo. Y si son bilingües, más –con lo que nos facilitarían
luego los subtítulos en catalán–.
Oh, sería tan bonito poder implantarlas por todo y
en todo, y tan apropiado, con tanto diálogo como hace falta entre besugos, y ahora
que toda audiencia es hembra. Todo no van a ser taxistas, ¿no? Hay que hacer
hueco a otras clientelas. Y pellizco a pellizco, tacita a tacita…
Ya sé que
somos muchos los asociados, pero la tarta es grande y habrá para todos y todas –menos para
quienes (y quienas) no haya–. Lo importante ahora, como dicen los socios de las
amistades peligrosas, es desfranquizar España. ¿Para qué? Pues para
franquiciarla, tontos (y tontas). Ya lo dijo Marx, de cada uno según su
capacidad y a cada cual según su necesidad. Lo que quiere decir, que cada uno obtenga su
franquicia. Y sobre todo, sobre todo, para relatarlo. Que es lo que más falta
hace. Y es lo que toca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario