Hay mucha peña por ahí quejicosa de
que, mira que montar elecciones en serie, lo que se dice un acueducto de
campañas, una tras otra en rilera, una cagalgata electoral, con los riñones que
eso cuesta. Y sin necesidad, pues ya tenemos, primero, el carnaval; nada más acabado éste,
las fallas, y a continuación la feria de abril y la Semana Santa; todo, a una semana
vista del puente del 1º de Mayo.
Sin contar el 8-M, el día del Padre (este año
de la Patria, supongo) y los viajes del Imserso, que empiezan ahora con todo el
abuelerío haciendo cola ansioso tras la dura espera invernal, aguardando a que
se alce el maletero del autocar, dispuestos a darlo todo, conscientes o no de
cobrar más que muchos en activo –los políticos si lo saben, y por eso son su
principal clientela–.
De hecho, parece otra más de las actividades del
Imserso. Aún peor: las campañas cada vez se parecen más a la animación cultural
de las residencias para mayores.
La sucesión pues de acontecimientos de asueto,
dispersión y dilapidación de endorfinas es tal ya, que para nada era necesario otro
solape más de cachondeo como es el de las elecciones. O sí.
Todo el mundo sabe
que esto de la democracia está peor hecho que la cama de un loco. Y que lo
mejor –para hacer una redonda– es pillar a las víctimas lo más entretenidas
posible. De ahí el incremento de oferta de jolgorio. Para redondear. O por
cuadrar.
Es una táctica propia de la comunicación interespecífica, o la que se
da entre especies distintas, como son el político y el votante. Y que se produce
a través de las alelomonas, que cualquiera diría que son algo así como un
efluvio para lelos o para alelar a otros monos para que estos los lleven a
coscoletas, que es lo que consiguen los políticos del resto de primates. Y no. O
sea, sí.
Dichas moléculas son con las que el emisor trata de crear una química con
sus receptores, o, dicho en lenguaje poligonero, los camela. A unos con
crecepelo y a otros con más carne tras la cuaresma, que es algo así como 'el periodo' o cuarentena, para muchos, simbólica las más de las veces. Y en la que ellos precisamente aprovecharán
para hincharse de su vianda preferida. Pues el político es el único buitre que después de
Jueveslardero aún se lanza sobre la carne con más saña. La nuestra. Cosas
veredes, Sancho.
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