El alcorope. Cuento chino.
(Del Magacín para la Realización de lo Animal. Descatalogado.)
Entonces vinieron los pálidos cielos de calima y el matabrotes, un aire con estiletes, infringió el convenio con las perturbaciones e hizo una fogata con las borrascas, trocándolas en atroz desfile de asechanzas a la bondad del biotipo. Los pájaros escasearon sobre la piel del llano demacrada, extrañándose unos a otros hasta no quedar más que ejemplares únicos. En estas circunstancias quedaron un alcotán y una azora, e informado por Eco Epimeteo el Repoblador de tal miseria y falta de apareo, pidió ayuda a Eros, el gran bergante, que tuvo una idea. Cebaría un palomino con hierba moly y lo volaría para que acudieran las biliosas rapaces, que lo despedazarían, consumirían y caerían bajo el efecto de la hierba en un profundo letargo indiferente, que Eros, el hacedor de capital carnal, aprovecharía para ensartarlos con flechas perfumadas de poleo para el alcotán, y de glamur, la esencia innata de las hadas, a la azora, para que ambos estuvieran sin estar. Pero Eros es muy mal pigmalión y celoso hasta el trastorno.
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