Enero es ese mes que
ha enviudado del frío, cada vez más boreal, errante y primacista, que de vez en
cuando se le aparece, solo para dar celos, y de mentirijillas, en su formato
femenino, la escarcha, en fugaces (y falsas) ceremonias nupciales que duran lo
que el alba en derretirse, en un amor de frigorífico averiado, en un amor
apenas olvidado.
Pero aun así, y como todo es añoranza, lo invocamos sin querer
en un azar de pequeños gestos, sus majestades cotidianas, llenando de ropa los
armarios y cuerpos, como si fuera un frío niño, incitándolo a salir de su juego
al escondite y dar la cara arrecida, para vestirnos de él, o acobijarlo, lo que
quiera.
O mirando los mapas de las nuevas oráculos, las vestales del tiempo, para
vislumbrarlo viéndolo venir entre las isobaras.
O encendemos la lumbre en casas
alquiladas al efecto, a veces tan lejanas, en intemperies que siempre creemos más
propias y legítimas de su reino, así como si fuera un lobo hermano, para llamarlo
a llamaradas, acogerlo y acercarlo a nosotros, tan helados en su ausencia, y al
no verlo aparecer nos preocupamos de que se haya vuelto tan errático, fugaz y
fortuito que quizás nunca vuelva, como el adolescente que se fue, o el infante
raptado. No sé. Alguien que se llevó el invierno, o sea, el ayer, que nunca es
primavera.
Porque enero, ese mes partera al que las estaciones parecen haberle
hecho el vacío, está ahí para hacernos ver que todo llega y que la nada también
es territorio de la vida, al menos de la nuestra, de la que siempre deja un
rastro, quizás de esperanza, una hoja roída, un charco, un petirrojo.
Se diría
pues que enero es el contrato de arras de un compromiso docemesino, el pago y
señal, el devengo anticipado del porvenir, aunque tarde lo suyo.
Así que su
tiempo se mide en patas de ratón, y su perfil en cuesta, tan jibosa y rastrera
desde que todo depende de los sueldos y ya no del sagato sin horario y con
bellotas, por no tener donde ir sino a febrero, la siguiente escala de lo
incierto.
Aunque ahora la prisa exija que se acabe. Pero ya volverá.
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