Cristina Cifuentes,
esa rubia que dice hacérselo (la rubia) con hombres para conseguir cosas, no
cree sin embargo en el feminismo por considerarlo ya superado (¿), y que si se maquea es solo por
representar con dignidad a sus gobernados, que no son precisamente unos
desharrapados.
Que acaso sea por lo mismo que se embute en cualquier camiseta de
marca que le regalan –cumpliendo así con ese estilo desharrapado que los no
desharrapados han elevado a moda adquiriendo camisetas a precios desorbitados–,
ya sea la de Mercedes, la de Fly Emirates, la de Teka y hasta la de Amiga de los
Perros (sin especificar), quizá la menos prevaricaridora de ese hábito suyo de
escolar dominica de meterse a la más mínima en camisas de once varas y otras cohechuras.
Que yo creo que es por lo que Podemos le ha puesto la (e)moción de
censura, pues para venirte arriba, o abajo, qué más da, no hay como descabalgar
a una rubia, aunque sea de botella (o a lo mejor de Aznar). Y además les sirve como
ensayo también de la Pasarela Cibeles de Censuras con que amenazan al Foro de hacérselas
pasar moradas.
Pero sobre todo será por haberles hecho el feo la añeja y juvenil política de
no querer probarse la ofrecida por esa marca, aunque fuese de fuerza. Y eso que
las camisetas son para el verano y ella demuestre afición y hasta frustración
por no haber sido, que se sepa, Miss Camiseta Mojada cuando tocaba (si bien
ellos la tengan calada, claro).
Así, como si no tuviera la muchacha fondo de
armario. Como si fuera una descamisada o como si la pobre tuviera el síndrome
de Harpo y sus 11 camisetas bajo la chaqueta (en los políticos es al revés).
O
como si tras 26 años en cargos públicos tuviera que pedir perdón –yo lo pediría
por solo uno– por no tener un currículum de pifias tan claro como el de sus predecesores,
y encima, ser la gran esperanza rubia del PP, y para más inri después de otra
rubia de botella–¿pero en el PP todas las rubias son de botella (y de Aznar)?–.
Y es que eso de que las rubias hereden a las rubias y su manía de ponerse
camisetas con marcas ofrecidas por un tal Florentino, diseñador, que él nunca
se ha puesto (ni siquiera González en su día), es demasiado.
Y me explico el
colapso neuronal de Podemos, que lo mismo cree que si el Banco Popular se ha liquidado
por un euro, el Partido igual se vende por ese precio. Como si no estuviera
demostrado que baratos, lo que se dice baratos, no son.
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