Este
año las serpientes de verano (o liebres de prensa tras las que corre el público)
han decepcionado otra vez cual simples viborillas. Kim, el guarín venido a más
con problemas de sobrepeso, el nini disminuido que toma a su pueblo por una
colección de airgam boys, de líder fraternal ha quedado en primo al postponer
el show de Guam y celebrar agosto como Dios (y la Virgen) mandaban, y con las mismas nos ha dejado in albis.
¿Y ahora qué hacemos con las teles de 48” compradas para el evento?¿Ponemos
el video de los fuegos de las fiestas del pueblo? ¿Vas a dejar que se ría de ti
ese juanlanas que parece que se lava el cabezo con gaseosa La Casera, Kim? A esto
hemos llegado.
Y no hay derecho. ¿Es que no se dan cuenta de que con la edad que
tenemos algunos, nuestras posibilidades de ver algo bueno de verdad son cada
vez más decrecientes? ¡Menudo estado del bienestar este de la
contraprogramación que no garantiza ni asueto ni nada ni siquiera a los viejos!
Y es que no se puede dejar el mundo del espectáculo, ni el de las
superproducciones ni el de las de bajo presupuesto, en manos de mearras aficionados
atascaváteres y caganidos, que a la primera de cambio empiezan a bubear: “no,
es que no se daban las condiciones; es que dicen mis primos chinos que me
espere, que han hecho unos rollitos primavera y se les van a pasar; es que la
vía diplomática es mejor, y además es que estoy liao (¿liao? ¿ese no es chino?)
ahora con esto de la gente de color, perdón, digo afroamericanos, lo del Black
& White (al güisqui se referirá) y tal.
Baaahh, menudo orandután. Para eso
tanto ir por ahí en plan gladiator diciendo lo de “A mi señal, ira y fuego”. Y
luego, ni una triste mascletá. Unos fachamoñas es lo que son.
Y yo, que había depositado,
anidado, empollado si me apuras, mis esperanzas de redención estival en lo que
parecía la mejor pareja (budy movies les dicen ahora) desde El Gordo y el Flaco
(bueno, fofisanos), descartado Kim veo que ahora solo me queda Trump, y qué gran nombre para un
número de payasos de la tele del circo global, Kim y Trump –el chino sería
Gabi, el tercero comedido y tocando el saxo (un chino con un saxo, otro buen título)–. Kim,
el biberón cohete y Trump el supremacista blanco –de críticas, pero blanco al
fin, pues peor es ser negro (de críticas), y si eres subsahariano ni te cuento–.
Aunque no todo está perdido.
Si el cohetazo es al fin en septiembre, lo podremos poner,
en diferido, en pantalla gigante en el Pincho de la Feria. Y si el Parlament al
fin se decide con lo suyo, y da luz verde a lo de la desconexión, el pleno es
que sería total, con la Diada, esa otra cabalgata, campando en el Redondel. Un chute del carajo. Y gratis, supongo. ¿Por qué sería retransmitido por Eurovisión, no?
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