El megaproceso electoral
parece encarrilarse a culminar la larga y costosa reparación (ya veremos si en
falso) del modelo político europeo asumido aquí con la transición y descacharrado
con la crisis, cual es la socialdemocracia a todos los niveles.
Un modelo que
ya no va a haber quien recomponga, dicho sea de paso, pero que debe seguir pareciendo
vivo. Para lo cual, en vez de reformar, en todo, se ha estimado mejor seguir
con el fraude y cumplir el viejo aforismo de cambiar todo para que nada cambie.
Un todo que apenas son las caras de los políticos (y con el me too, los culos).
Y visto el rechazo
de la gente por lo viejo y sin terminar de tragar lo nuevo, quedándose empanada
y plural, o sea, polarizada ante la duda (y el malestar, claro), se han sacado
otra vez lo del centro como la panacea. Y todos, a por esa especie de cerdo del
que todos comen y del que todo se come, hasta los andares, aunque no se sepa si
existe o es como la nube esa, algo
virtual, un limbo donde meter a tanto voto modorro para justificar que el
sistema, electoral, político y demás, siga.
Y viendo también factible un nuevo
bipartidismo imperfecto, reciclado del podrido arreglo tácito entre una
izquierda y una derecha que desde los años cincuenta hace y deshace con
turnicidad y alevosía, y aunque hoy ya no refleje ninguna dicotomía social de
clases, se han lanzado a simplificar y a eliminar aspirantes.
Así, una vez
sacado el Psoe la plaza del centroizquierda, ahora, en la segunda vuelta con
olor a prediseño y embolao para acabar de configurar el mapa, lo que toca es adjudicar
la del centroderecha, para tener un suplente con quién pactar y cambiar cromos,
y hacer de alternativa si hace falta.
Pero con un PP desarbolado y abanto, y un
gobierno que parece conforme con Cs como útil repuesto, tan moderno, bisoño y
sobrado regalador de votos –en Calaluña, por ejemplo–, pues blanco y en botella.
Los demás, a
un lado u otro, o no están o ni se les espera para un futuro tan prometedor
como es la semicrisis perpetua. Y mientras dan puñetazos groguis al aire,
alguno aún habla de remontada. Aunque cada vez tengan más pinta de carnaza. Y
que siga la pesca.
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