Las cosas no suelen ser como las vemos. A nivel
de percepción estamos fatal. Por ejemplo, la pitada contra el himno en la final aquella de la Copa del Rey parece que no fue tal, sino que, al carecer de letra, el
público lo pitaba (y de paso lo petaba, pero solo por desafinar). Y es que cada
uno se las ingenia como puede para tararear lo que no existe. Se hace mucho en
el fútbol. O se hacía:
“Viva Espana, lalala lalalala lalalá lalá…”, hasta que
llegó el Mundial sudafra y los jugadores perdieron la poca vergüenza que les
quedaba (les faltaba la bota de vino) y adoptaron como marcha triunfal un
pasodoble de dos flamencos belgas de pura cepa –el buen ojo de estos flamencos
para echar lluecas sigue siendo proverbial, como podemos constatar–, al cual,
por su ignorancia del español, llamaron Eviva
Espana, y con tal exitazo de versiones en Europa que Manolo Escobar no tuvo
más huevos que grabarla para la película Me has hecho perder el juicio –pues
era y sigue siendo de juzgado de guardia–, pues con razón no lo quería para sí ni
muerto, por friki y casposa.
Pero su mensaje
tan simple como era el de la supervivencia sin más de la patria y su capacidad de mostrar
su cara más empática, además de su acepción como canción protesta contra
agresiones antiespañolas, la han acabado de erigir en un a modo de placebo de
la carencia de algo con lo que identificarse también verbalmente. Una operación
de desambiguación, esa verbalización, similar en lo icónico a lo de la bandera
del torito, o la busca de una nueva identidad, pasados ya los escuditos y los incólumes non plus ultra al desván de lo inoperante, salvo para reñir.
Como lo de Sijena,
trastos viejos olvidados o semi, pero que resultan ideales para disputas en
cualquier reparto de herencias, y que los neo (pseudo)reconciliadores como
Iceta, Colau y sus voceros mediáticos, no han tardado en lamentar que los jueces bien podrían
haberse abstenido de tirar al aire en plenas elecciones (para que caigan sobre
la cabeza de alguien, como suele pasar, utilizados como típica arma arrojadiza),
y señalando detrás, cómo no, al gobierno azuzón.
Y no lo dudaría yo mucho. Pero
es que son los mismos neo apaciguadores que desde hace meses juran por su
perro que la separación de poderes es un hecho, tras haberla negado durante
años, si no siempre (o solo cuando ellos no gobiernan). Y asombrados (como
todos) de la inusitada hiperactividad judicial y fiscal de oficio, dudan si
tanto auto judicial, fianza, embargo, prevención, agenda de Jové (hay que
joverse), lo de Sijena, la vista de la pitada, es pura coincidencia, ganas de emprenyar con recalentón premeditado de
campaña o estado de derecho y defensa de la ley. Que ya no sabemos por dónde va
la hebra.
Pero, claro, cuando de pronto ya hay gente que muere por llevar
tirantes rojigualdas, y uno que los gasta, aunque no sea de esos, pues te
mosqueas como un pavo en navidad, porque cuando las barbas de tu vecino veas
pelar... Pues eso. Y fíate tú de la independencia judicial.
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