En El Padrino hay una escena en que Don Corleone va y dice aquello de que las
mujeres y los niños pueden ser confiados; los demás, no. Pero de ser gallego, Mario Puzzo
jamás habría escrito esa frase.
Algo así se da por supuesto, es una impronta, se lleva en la sangre. Lo inimaginable es lo contrario.
Algo así se da por supuesto, es una impronta, se lleva en la sangre. Lo inimaginable es lo contrario.
Yo no soy por naturaleza receloso.
Pero después de quince meses entre gallegos jamás volví a confiar en mi sombra.
Es como hacer tres máster. O como implantarte un chip. Tu mano derecha huye de
la izquierda, y la boca se trabuca de risa con lo que dice. Y con Rajoy, auténtica
obra maestra, es que alucinas.
Se dice que ojito con él, por mediocre. Pero
alguien que escoge voluntariamente la mediocridad como fe y estrategia de vida y la estira
hasta el marasmo infinito –con la mediocracia, por ejemplo, o mesocracia mediática–, no
está exento de cierto genio. Menos quizá que el necesario de verdad, según Cary Grant,
para vivir por encima de tus posibilidades cuando estas son infinitas.
Lo que pasa es que el
talento de Mariano consiste en lo contrario, en vivir siempre por debajo de
ellas, aunque sean mínimas, como pasa ahora, aunque tenía aún más mérito cuando las posibilidades eran
máximas, que es su especialidad, y es quizá por lo que ahora estas hayan disminuido, por puro desperdicio.
Para comprobarlo, solo hay que
ver su entorno, de lo que ha acabado rodeándose, pues viendo la choza se ve al guarda.
Entre Zoido (y su jefe de
tráfico con su walkie-talkie, los tres de la sargento Cospe) y De la Serna (agregado
civil de la virreina del CNI) tienen a la borrasca asustá, acobardá. Ellos solos, y a cual más, y les sobran sin quitanieves. O los
Nadales, ese dos en uno, como son todos los melgos (pero menos en realidad que el Cillit Bang), que cada vez que hablan sube la luz.
El ministro de economía, en su etapa de formación en Lehman Brothers. |
Es la crisis, que obliga al pluriempleo. Y a cambiar los
huevos de nido, a lo cuco, o a guindar de los otros, a lo urraca; y compatibilizar todo ello, además, con la fidelidad debida a la facción política, que es más que el país, y que les da vida a los políticos, mucho más importantes que la ciudadanía, como se sabe.
Es lo principal para estar bien colocados siempre en la parrilla de salida cada vez que hay que cambiar algo para que nada cambie. Como ahora.
A eso lo llaman
crisis de gobierno. Y desmierde. Todo tan compatible.
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