Sánchez y Torra están que lo petan. Con
fuentecita y todo. Los expertos se debaten entre si es solo un ligue de
temporada alta o la típica serpiente estival, pero la cosa, aunque tierna,
suena ya a canción de verano de las de antes, el negro no puede, el
chiringuito, cachete con cachete, pechito con pechito, la batidora, y todas aquellas
con las que Georgie Dann hiciera sus agostos, si bien la de Los pajaritos también
les pegue.
El caso es empreñar, que dirían unos, no porque se haya consumado ya el amor –aunque Iceta ya ha advertido que a Torra, cuando lo conoces, te dan ganas de llevarlo a cenar; ay, pillín por ahí se empieza–, y se hayan hecho la prueba de la rana, que ranas, nos saldrán. No.
El empreñe va del pitorreo a
tutiplén y de todo quisque de estos quedones, y los anteriores, desde que “el tema” sustituyera
al “problema vasco” en el devocionario del control político de quienes viven (a
lo grande) de la cronificación de los males, como las farmacéuticas del cáncer.
E igual que antes, muy pocos políticos (y sus ejércitos mediáticos) pretenden
solucionar nada, salvo crear nuevos nichos de chollos para seguir medrando. Ni
los de aquí ni los de allá. Haría falta decencia, algo que ni saben deletrear. Y que el
asunto ha devenido en entelequia, y todo es postverdad y puro teatro.
Y ahora la cita a
ciegas. A eso le llaman diálogo, otros alterne, chalaneo, o incluso que el procès se rinde a los socialistas, que
no es como hacerlo ante el “facherío”. El caso es ponerse medallas. Pero igual, en la fuente donde Machado
abrevaba sus amoríos, los nuevos amantes diletantes lo que se susurraron era eso de JLo, que sí que lo peta de verdad estos días:
“tú tienes el bate y la fuerza que yo necesito, pero… ¿el anillo pa cuando?”, y
todo es una simple canción de verano.
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