Antesdeayer, la revolución feminista en marcha firmó otra
jornada más de gloria al movilizar, por un lado a sus juventudas contra el
machismo en las aulas -con el apoyo de no pocos compañeros, a los que ya no se
puede acusar de ser sus mamporreros, por razones obvias-, y por otro a las más
delanteras contra el sindicato de putas –y putos, espero- ya en formación, por
favorecer también los intereses machistas de sus empleadores, para ellas meros
proxenetas.
Todo muy loable, y otro paso de gigantas hacia la liberación, o
mejor de consolidación de ésta una vez en el poder. O al menos eso es lo que se
deduce de unas actuaciones que, más que venir apoyadas por los gobernantes de
turno, parecen auspiciadas y amparadas directamente por éllos, en base a
motivos que llaman a sospecha por lo espurios e interesados que pueden llegar a
ser.
Lo cual hace dudar de esa emancipación como conquista –si es que se ha
dado-, dejando a sus potenciales conseguidoras más bien como regentadoras de un
concesionario cuya gestión última depende de arriba. Pues creer a estas alturas
que el PSOE es antiheteropatriarcal, es para jiñarse de risa.
Y luego está el
frente, la barricada que suponen siempre las nuevas tendencias, para subirse en
la ola para promocionarse y hacerse unos hombres, o mujeres ahora. El famoso
ascensor social, en este caso solo para hembras, a partir de un préstamo o
concesión de un chiringuito, por el que subir, colocarse y ganar puestos, no
solo a los hombres, sino sobre todo, y dadas las circunstancias sociales y
laborales, a las mujeres que seguirán quedando en la estacada, mientras que las
de siempre, o sea las espabiladas de las clases dominantes, se aúpan en el
surfeo a las posiciones que en realidad nunca han abandonado, aunque ese
reempoderamiento de hecho lo vendan como conquista de todas, y la gran mayoría
sean al final solo meras crewfoundistas de las listas de turno.
Eso sí, con tal
discursito generalista, desaparece el problema de clase, tan inherente pero
siempre tan feo de barajar. Y a las putas, ni seguridad social. Que se lo
curren y se casen. O se hagan feministas del régimen, que es lo mismo.
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