Vuelvo de vacaciones,
y el gobierno, sin hacer. ¿Pero esto qué es? Y aún dicen que estoy con el
síndrome. Otras tienen el periodo, otros la caraja, y algunos hasta tres
perros. ¿Y yo no puedo tener el síndrome postvacacional? Algo está cambiando. O
no.
En mis tiempos, el Psoe trincaba el poder y ponía en marcha la termomix,
eso que los romanos llamaban la damnatio memoriae, o sea hacer tabla rasa,
tierra quemada, hacer bicarbonato la memoria del otro (la memoria histórica es
una forma de legitimar esto, que solo sobreviva la propia), hasta desaparecer
todo vestigio ajeno. Bueno, y aún lo hacen, en cuanto pillan la absoluta.
Pero
ahora hacen a pelo y a lana, o se han vuelto medio chinos, y practican eso que
los postmaoístas denominan “un país, dos culturas”, y que aquí son dos
economías, dos justicias, dos políticas, dos países, o más –el día que haya dos
Ligas, esto se acabó–, que parecen una clínica de fecundación, con tanto melgo,
y trillizo como les salen, y luego, lo que cuesta colocarlos a todos. Que ya no
les basta la ley del embudo. Ni lo que
les dejó amarrado el Pp para que disfruten, y aún así se quejan que mire usted.
Es como vivir de la herencia del abuelo y ponerlo verde en la playa con el
mojito en la mano. Y sin querer convidar al primo pequeño a casa con el cuento
de que no les han dejado más que marrones. Morrazo.
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¡Odo! Eso es que va a haber elecciones |
Y todavía se preguntan, los políticos y sus
escribidores, nos preguntan, así, como sorprendidos, ¿qué es cachondeo? Pues cachondeo
eres tú. Que aquí está todo más visto que la muerte de Chanquete. Es la casta,
que sigue.
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