Jamás
un 30 de abril –por ayer- fue más cumplido, amén de infame todo él, pues
treinta días con sus noches lloviendo muertos hasta embaldosar nuestro
horizonte triste y húmedo con una repentina negrura de sudario, más allá de su
ancestral verdor, hasta cambiar refranes el muy cafre, ya es de mérito.
En abril, muertos mil, rezará de aquí en adelante y por un periodo que ya veremos hasta cuándo. O mentiras mil, también, muy bien acompañado, en este caso y como resulta menester, de su canalla reincidente propagadora que suele serle consorte, para volverlo, como ellos, de contumaz hasta maléfico, un asesino con no más coartada que una guadaña en forma de paraguas, tornado en quitasol universal, adicto a los fiambres, progenitor del paro, en hacedor de piélagos.
Por
todo esto, también, y en consecuencia, anoche se cantaron los mayos, incluso
sin saberlos, o en silencio, cada cual desde su propio abril, y se proclamó hasta
en los corazones más perezosos, más gandules, un 1º de mayo nunca tan
bienvenido, aunque fuese con los dedos cruzados, por si acaso.
Y es que abril
huele a hierbas pero también a acero y a quirófanos, a soledad en vez de a merendero,
a piltrafa y lejía en vez de a vino y lilas, pues él solo ha demostrado ser,
además de una buena partera, un testigo de duelos, un mutante muy fino y un criminal
versátil, Jekill y Hyde, Jano brutal, docto, henchido y huero, que tan pronto
te quema como te deja en cueros.
Por eso es que este mes, tan afincado con
raíces profundas en la lluvia y tan nutricio del sueño del vivir adonde fuere,
al orete en sus días más plomizos; a la intemperie los más prometedores; ha
convertido en pesadilla el hogar-dulce-hogar, y en himno libertario dulce y
fiero el dicho de Gamero, aquel actor a un bigote ligado y acaso ya olvidado,
de que, como fuera de casa, en ningún lado. A cualquier precio. Aunque falte p’aceite.
Pues nunca un 1º de mayo llamó tanto a salir a la calle. Y ni en los peores
tiempos nos fue eso tan negado. Cosas veredes. Pero lo que es este abril, tan
descastado, avieso y perro, por fin ha desaparecido. O al menos eso es lo que
dice el calendario.
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