Si en Navidad se vuelve a casa,
en Pascua prima echarse a la calle, estrenar disfraz, apalancarse en el barroco
de su dramaturgia impostada en lo que llaman vuelta a la esencia, aunque no sea
más que ejercitar un teatro de calle pedido por el cuerpo y los atavismos
adquiridos por las neuronas primavera a primavera.
Y las nuevas fuerzas vivas, más viejas que el formol, así lo han comprendido, saliendo de la lata o del congelador para acompañar santos, a la antigua, a lo franquista, militares, civiles y eclesiásticos, o incluso presidir pasando frío todos juntos, creyentes y descreídos, mesas al paso de la cruz, posando para la foto y el público de corrala, unidos por la oblea, la bendición del voto, la oración y el chusmarro, produciéndose así ese falso concordato callejero a tiempo parcial, esa comunión fija discontinua entre los que el día después, o dos horas, defenderán el aborto para quinceañeras, y los que lo condenarán siempre así reviente la gestan.
No se trata pues, de una unión trina entre el fusil, el bastón de
mando y la cruz, que por ser trío esté pidiendo a gritos la intervención del
tribunal de La Rota. Ni siquiera de un matrimonio de conveniencia para obtener
la nacionalidad de la concordia. Tanto ese laicismo rosigaltares que ofrenda
devoción mientras persigue al devoto, y lo mismo sufraga a éste que al
quemaiglesias, con que se nos prodigan nuestras fuerzas civiles, como la
adopción en su regazo cuando no haldón para propinas, del seno de la Santa
Madre, no es más que un auto espiritual vulgarote y pastueño para repartirse la
taquilla de dividendos, que es el segundo fin de todo teatro: el primero es la
representación y la catarsis para restablecer el vacío nihilista dejado por la
utopía que sustituyó hace tiempo a la fe para acabar fracasando.
Hoy, cuando ya
no queda apenas nada por destruir quizá sólo reste
este juego de playstation con la religión como excusa para reanudar vínculos, o
lo que es lo mismo, compromisos, pactos, votos y dinero. Y cada año le dan al
play y revive. Y oye, les funciona.
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