Pregunta:
Mire usted. Tengo un problema de poca monta, y guárdenme la
incógnita: mi suegra sale a abrir cuando está en el dentista. No la puedo dejar
sola. La mando con la chiquilla a la revisión del aparato, y la arma. Es oír el
timbre y abrir a todo quisque, y le preguntan sobre las citas y le enseñan las
muelas y todo, la toman por la madre del médico y el otro día me vino con una
liebre, pero una de verdad, ametrallada por los cuatro costados. “Para que se
la haga a su hijo en escabeche”. Y tan campante. Y mira que las muchachas de la
clínica están pendientes de ella para sujetarla, pero es que le sale de dentro.
Y como ahora viene la comunión de la chiquilla,
con lo trasto que es, va a parecer que tenemos doncella vieja, y vamos a
quedar fatal.
J.A.C., madre y nuera preocupada.
Respuesta
Uy, menos mal. Por poco me asusta usted con su problema de
poca monta. Pensé que tenía un poney en el piso. Pero veo que es usted sensata
y sólo tiene suegra. Pero no se preocupe. Todo se soluciona con el tiempo.
Verá. Su madre política –porque lo será, como toda jubilada– muestra síntomas
del llamado Síndrome del Mono de Durruti, lo que los psicoperiodistas
aficionados entendemos como rémora persistente y activa del pasado. Ejemplo:
Basta que alguien se ponga un mono para enseguida creerse Durruti y almorzar
tanto y durante tanto como un obrero. Entre los funcionarios conseguir uno al
menos al año como ropa de trabajo es fundamental. Para el chalé. Incluso hay
empresarios con mono que, sin saberse la Internacional ni nada, pasan toda su
vida por tales. Conocí a uno, bien forrado, que quince años después de
jubilarse aún iba en mono (y silla de ruedas) por el taller, alentando al
proletariado a la emulación laboral, hecho todo un camarada.
Lo suyo, sin embargo, sería no celebrar la comunión. Pero si
Juanito Valderrama ha llegado a ser un referente de distintas generaciones es
por superviviente (ya lo decía Julio César: vence quien permanece), y porque la
primera comunión ha quedado como la mayor alegría para un padre y una madre, en
vista de que rituales de paso como las bodas se han vuelto intrascendentes, o
se han anulado, como la misma muerte. Así que lo mejor será hacerla al aire
libre y quitarles los timbres a las bicis. Y cuidado con la liebre, que en
estos eventos se acumulan muchos gases y siempre les quedan perdigones.
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