A Franco se le atribuyen diversas cachondeces, o
gallegadas. Osease, humor. Algo difícil de admitir una vez instaurado como gran
tópico monstruoso.
Pero Mussolini era un gran cómico, y Mao un tío chistoso quedón (ahí está su Libro Rojo si no). En fin, la historia demuestra que el mal es tan sagaz como el bien, solo que este ni es pecado, ni es inmoral ni engorda.
Pero Mussolini era un gran cómico, y Mao un tío chistoso quedón (ahí está su Libro Rojo si no). En fin, la historia demuestra que el mal es tan sagaz como el bien, solo que este ni es pecado, ni es inmoral ni engorda.
Así pues, porqué no imaginar que en el más allá que él negaba, a
juzgar por el Non Plus Ultra puesto de lema en su (o sea nuestro) yugo y las
flechas, se esté preguntando porqué no mandaría poner en su tumba un epitafio
como: “Si lo sé, no me muero”. O pensando lo que aquella que iba de vez en
cuando al negociado de cementerio a ver si podía cambiar su nicho del 5º, ya en
propiedad, por otro mejor dotado para la eternidad (que los ayuntamientos
llaman perpetuidad y dura solo 99 años, pero más que la prisión permanente
revisable), y al ver que era imposible, suspiraba y decía: “Ay, qué pena no
poderse una morir ahora que hay segundos”.
Porque un segundo piso en nichos es
así como la primera línea de playa de Benidorm, en poniente. En levante están
los ingleses, y eso ya es otro tipo de cementerio. Civil, que diría el
insolvente Sánchez, que se le nota que no paga aún “la cuota de los muertos”, y
que admite con ello que el Valle es sagrado al estar Franco en él como gran
muerto egregio, rodeado de otros más civiles y anónimos.
Es lo que tiene
mirarlo como la pirámide de un faraón desde el morbo, fetichismo maniqueo o
envidia (sana, claro). Percepción a la que no escapa la izquierda que aún lo
glorifica más cuando lo trata como algo religioso, siendo como es estrictamente
laico.
De modo que para que sea otra ciudad dormitorio (los cementerios son las
primeras) según ellos, hay que profanarlo, lo cual es un marrón (con muchas
ventajas retóricas y propagandísticas, eso sí). Aunque también podría ser
tratado de otro modo racional y menos metafísico, como banalizarlo,
cosificarlo, mercantilizarlo, que es como todo pierde su esencia antes de
diluirse en el olvido. Se hace con tantas cosas… Pero es que a estos mira que
les va la catequesis.
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