Lola: de justos (y ajusticiados)

En las grabaciones del Villarejogate, Balta (como se conoce en tales audios a Garzón, ese gran sinvergonzante), fiel a sí mismo, y desleal con todos –ya se sabe: del amigo, lealtad; del enemigo, fidelidad– le dice a su comensal, o comensual, o cenensal, pues no está claro si la periodicidad de las quedadas era de colegas, nocturna, o de sociedad gastronómica; bueno, pues a la ministra  Lola (Delgado), que la justicia es una puta mierda. 

Así mismo. Él sabrá, pues se le supone ducho en la materia. Pero que un docto confirme la opinión (equivocada, claro) de la plebe no deja de ser preocupante. A su lado, otras frases célebres quedan desfasadas, por beatíficas y hasta ñoñas, como “la justicia es un cachondeo”, de aquel alcalde de Jerez (y condenado por ello), o las más callejeras de que no existe, que está amañada o es solo para ricos, que son los únicos que se pueden permitir su precio. 

Todo lo cual no pasaría de anécdota si los políticos no hicieran lo imposible por rubricar constantemente la bien traída expresión, con su acoso permanente a la independencia judicial, inexistente de hecho en las altas instancias con esa transfusión continua entre políticos y magistrados (y policías, y delincuentes, y lo que haga falta, a lo que se ve), y el ninguneo y anulación de la famosa división de poderes, de que se les llena la boca, y que no existe más que como mantra para justificar su propia criminalidad tanto personal como política, y que solo los más cínicos y descarados como Torra son capaces de exigir su abierto incumplimiento (como siempre se ha hecho) para someterla (como de costumbre) y ponerla de rodillas (como suelen). 

Lo cual no quita para que esto sea un estado de derecho, aunque no sea más que por lo populoso de las facultades de ídem y la afición (obligada) a la sección de tribunales. Y como lo es diré que a mí, lo de la ministra fiscal Lola espejo oscuro, me recuerda mucho a esos que se declaran vegetarianos de mamíferos, cuando en realidad lo que son es pollovegetarianos, o vegetapollos/as, queriéndonos convencer de que el pollo es un vegetal. Y tal vez lo sea y no lo sepamos. Como ella legal, fiable y justa.