jueves, 7 de enero de 2016

Cretinismo parlamentario

Los lloraderos patrios, de nómina o eventuales, al pairo del sudoku electoral, van a tener que empezar a cobrar entrada y poner numerus clausus de plañideras por el futuro del reino, pues, entre pucheristas (en el triple sentido de su afición al puchero gratis, al pucherazo si es necesario, y al llanto seco o de pollo), lamentones de la Gran Coalición (“Ayer putas y hoy comadres”, o “Amigos que ayer gorrinos”), y los magdalenas más magdalenienses del infausto pacto de izquierdas (“Del bien acuchillado se hace el buen cirujano”), el artículo estrella de las rebajas, una vez que se agoten los clínex, van a ser los lebrillos, que, si se acaban, se puede poner a tanto llorón a llenar pantanos, y que hagan al fin algo útil
Y lo peor es que la ciudadadanía está empezando a contagiarse, y en cuanto empiece la cuesta de enero esto va a ser un barrizal salado, ya que las lágrimas de cocodrilo, contrariamente a las de Becquer, no van al mar, sino a pringar al resto de los adanes de a pie, y no digamos los motorizados, que como no les hayan echado los Reyes un buen Tontón van a acabar más perdidos en política que Pulgarcito en la casita de la bruja, entre tanta maraña de madremías mediáticas de toda laya.
Y es que, si de un lado el sueño de la razón produce monstruos, y los sueños de Marhuenda producen La Razón, los de otros compañeros y sin embargo amigos también hacen la Secxta. Una misma empresa que, para poner el huevo, los va colocando en dos cestas teóricamente distintas. Un modelo muy viejo, eclesial, pero efectivo que hoy usan todos y para todo, para arrebañar, exprimir, entretener, estabular y pastorear, al runrún del llanto y rechinar de dientes de que si no hay cultura pactista, que si todo por la patria, que si no nos merecemos unos a otros, que si hay que hablar hasta que salgan llagas en la campanilla, que si un cambio es posible y como sea, etc
Y no es para tanto. Ni cataclismo ni situación ideal. Todo se reduce a que, sí, muchos piarlas, pero aquí las dos mayores empresas del país siguen siendo las de la partitocracia. Y cualquier acuerdo para ellas es una opa en realidad, y si van juntas, cada una pierde la mitad de su negocio, del que dependen miles y miles de sueldos, millones e intereses, hoy por hoy imposibles de compatibilizar. Así que, o crédito puente para recuperarse(elecciones) o quiebra, y opa hostil de los que aún no están hipotecados y gozan de más crédito, que, eso sí, ya han dicho que, en el 2020, mochila en vez de carretón para los diputados. ¿No será porque cabe más?