viernes, 31 de diciembre de 2021

Ni santos ni inocentes

Lo de aprobarse la reforma laboral en el consejo de ministros del 28 de diciembre no tiene precio… como inocentada. ¡Herodes, que sois unos Herodes!

 

jueves, 30 de diciembre de 2021

El futuro

 Al principio iba a titular esto, “Bienvenidos a la distopía”. Pero esa sociedad es demasiado cienciaficcionera para lo que puede avecinarse.

jueves, 23 de diciembre de 2021

Letras pa'l cante:

 Fármaco


Que tu ser se me prodigue 


y que, enfrascada de ti,

mi piel acabe vendida en las boticas

como un ungüento labial

que con caricias y besos

cure este cáncer de amor, aaay,

pasando de las palabras 

a los hechos.


El chiste

 El cónclave de presidentes/tas/tos ha confirmado que, no solo habrá navidades sino que el carnaval se adelanta y empieza hoy, con el uso obligatorio de la máscara, o bozo que dicen otros, y la presunta buena nueva de que la Nochebuena “no corre peligro”, que no sé cómo tomarlo, si como chiste de Gila, de los Marx o con tónica. 

Descartado que la vayan a quitar del calendario, pues tanto Bildu como ERC son bastante meapilas tradicionalistas y de las (co)JONS, si es que las familias se podrán reunir aunque sea en régimen de libertad vigilada –que no a régimen–, lo que sigue corriendo peligro real es la familia –el municipio y el sindicato, menos–. 

Y es que según parece vuelve a la carga, tras refrenar, por un bien colateral del Covid, su afán de revoltaza, rebajar su promiscuidad enfermiza, y diluir un algo su caldo de cultivo de psicopatías –y alguna que otra indigestión–, acercándose así lo justo a otras sociedades civilizadas cuyo canon fiestero estriba en la balanza entre el respeto afectuoso y la lubina a la sal. Una cosa que esté bien. Algo que afloje la cadena no solo de favores del patriarcado más disipado e impostado, sino la alimentaria del matriarcado tan victimista como triunfal, que le acompaña sartén en ristre. 

Claro que, entonces, ¿qué sería de algunos animalicos protagonistas de esta fecha: el cuñado, el bebé, el álbum de fotos? Del bebé, nada, porque no se enteran. El cuñado iría fuera de la cadena trófica ya como especie en extinción, pues este es su día, igual que el 21 es san invierno, el 22 de la salud o el 28 de los tontarras. 

Y en cuanto a las fotos, serían liberadoras, al no ser repasadas –salvo que tu cuñado se empeñe en enseñarte su último millón de ellas– por varios pares de ojos, primero nostálgicos, luego decididamente melancólicos, suspiros delatores y comentarios dañinos: “¿os acordáis cuando hoy dejaban bebidas y sidra a los municipales en las cuatro calles, como regalo de navidad?”. “Como que era el único día que se ponían a dirigir el tráfico”. “Hoy les dejaría yo otra cosa”. 

Así que, la Nochebuena no corre peligro. Y el carnaval, menos. Nosotros, ya es otra cosa.

jueves, 16 de diciembre de 2021

Para la historia

.16-12-2021 El Senado admite a Bárbara Rey como animal de compañía (del Rey emérito, claro).

Mamá Noel

Yo no sabía que Papá Noel estuviera casado. Nadie sabe cómo es la señora Noel (a la que los ingleses, con muy mala crisma, llaman Mary Christmas). Los epidemiólogos de la cultura popular no le han dedicado suficiente atención. 

Un micromachismo nada disculpable si tenemos en cuenta que ella, como buena ama de casa (eso sí que ha trascendido) es la encargada de clasificar, empaquetar, etiquetar y tal, la logística, que se dice; algo así como la amazon particular del menda. Y, como no tienen hijos, les da por regalar, como un tío con muchos sobrinos, tiempo libre y posibles. 

O eso, o es un afán pederasta el que lleva al tío bueno del saco a invadir casas por la chimenea, con premeditación, nocturnidad y alevosía, para pillarlos durmiendo. A ver si eso, amén de ciertos regalos que deja, no tiene delito. 

Salto de cama Papá Noel
Y sin embargo, ahí sigue. Ningún ministerio de igualdad ha pedido que sea sustituido por la doña. Debe de ser de los pocos iconos del patriarcalismo imperialista respetado por los progres y otros amantes de los renos, que, empeñados en cargarse reyes, al no poder, de momento, al menos los cambian por reinas en las cabalgatas de los Magos. Y Baltasares negros de verdad, que eso tiene mucho mérito. 

Algo que en el norte no pasa. Tú vas a poner a una Santa Klausa en El Corte Sueco pasado mañana. Para eso lo reinventaron ellos, al llevarse los piratas holandeses (y perdón por la redundancia) a San Nicolás a Nueva York y reinterpretarlo los románticos (Washington Irving), los dibujantes germanos de las tiras periodísticas y, sobre todo, la Lomen Company en los 20 para promocionar sus monopolio de renos, y la Cocacola en los 30, que acabó de depurarlo y crear la imagen misma con colores y todo, que perdura hasta hoy. O sea, demasiado en la mesa para cambiar de mantel. Pero si no se le pide, no ya el certificado de vacunación, ni siquiera el test de antígenos para meterse en nuestros hogares. 

Absténgase pues, de reformas y otras gaitas chicas con brainstorming, de cabeza caliente y pies fríos (qué menos) y otros think tank (o tanquetas) del ginepensamiento moderno, con ese y otros ictus de ideas que se les ocurran. Si los niños ya pueden disfrazarse en la escuela de pastorcillos o de pastorcillas si les pone, ¿qué más quieren? ¿acaso ser Mamá Noel? Venga ya. Hasta ahí podíamos llegar.

Montando el belén

 Este año en los belenes estarán, como siempre, el caganer y el niño, de Ca(ga)net, por supuesto.

lunes, 13 de diciembre de 2021

La Creación

 Definitivamente, el Psoe padece el síndrome de Mary Shelley. Y es que si no tiene precio construyendo monstruos (como su gobierno Frankenstein, mismamente), aún lo tiene menos cuando estos cobran vida propia y le pasan la factura, como Vox o Yolanda Díaz. Unos artistas.

jueves, 9 de diciembre de 2021

Monstruos

 La relación perversa entre la luz de gas y la envidia social, esas dos normas generalizadas ya de actuación en la plena universalización de las tecnologías del yo, tanto en lo físico como en lo psíquico, más que personas ideales en una sociedad a la vez de masas y exclusivista, lo que produce son monstruos. 

Unas tecnologías del yo, mi, me, conmigo, que, por su carácter sesgado y clasista, como es obligado para resaltarse uno como individuo en sociedad, resultan alienantes. 

A nivel general, la democratización de los cuerpos como fórmula de casación del yo con el resto como marco general, o escenario, es un mero espejismo, pues la misma generalización de lo amorfo, lo heterodoxo y lo digresivo entre los aspirantes a cumplir los ideales impuestos por los cánones estético-morales, es imposible de cumplir. 

La causa es esa falta de glamour, el instrumento cultural sofisticado de esas tecnologías de definición del nuevo orden fisiopsíquico, al que solo pueden acceder unas minorías muy selectas. Lo cual conlleva de hecho la exclusión de ese plano de inserción requerido, y el complejo y rechazo de la propia disfunción social, como consecuencia, que hacen que el ostracismo derivado de ello acabe viéndose como un mal de todos aceptado como un castigo (en parte autoimpuesto) de consolación. 

Sin embargo, la necesidad de reafirmación de la política de la corrección como fundamento social de toda esa actuación, obliga a desdramatizar lo monstruoso, anormal o ilegítimo que cada uno tiene que asumir, y con lo que ha de convivir, lo cual se logra mediante una teatralización activa para manifestarlo, visible y permanente, a través precisamente de un glamour de segunda, impostado o degradado, low cost, o de franquicia, tan ambiguo como deleznable y equívoco. 

Y es a partir de ahí, de ese friquismo devaluado, como un producto más de consumo popular, inherente (y necesario) a cada uno, en un medio y unas formas que son un cruce (¿antinatura?) entre lo pseudo glam de opereta y la corrección, es como el friquismo se universaliza, se disemina y se naturaliza, siendo asumido como lo más “normal”, pasando así, de ser un mecanismo identificador de lo social, de sus estratos, de sus connotaciones o divergencias, a redefinirse como un mecanismo más bien indefinido, mimetizado, falsificado y diluido en esa confusión en que se convierte (¿pervertido?) el marco de monstruismo social construido a partir de todo ese trasiego.

Un proceso en el que las élites, que como parte operativa principal lo son al poder establecer parámetros para todo, en este caso también para lo monstruoso, lo imponen y van modulando a conveniencia como el permanentemente renovado logos social a seguir, lo último de lo último, siempre al que adherirse como falaz promesa que, una vez aceptada como la premisa moral para ser tú mismo e integrado en una instancia superior que es lo más, conforma el terreno de una renovada dominación. 

Y así es como la nueva esclavitud atomizada y personalizada del presente está servida. De nuestras propias contradicciones, pues, las penitencias venideras. O todo nos pasa por friquis.


A las armas

Entre el guateque bielorruso y el juramento ucraniano de dar la última gota de sangre por la estepa, se vuelve a oír, con las risas de fondo de Putin, lo del famoso ejército europeo, ese que ha de defender el paraíso material y de derechos de los 27 magníficos contra el infierno que son los otros, sean pajizos, morenos o tiznados. 

Algo muy lógico pues la historia ha demostrado que cuesta menos conquistar que conservar lo apercollado. Aunque completamente surrealista, cuando no absurdo, ya que todos los principios, normas y prácticas de la UE chocan con el caqui, la instrucción y todo por la patria (o por su veintisieteava parte alícuota, como sería el caso). 

Y no es porque prime lo progre y pacifista (que también), pues aquí fue Aznar el que dio carpetazo a la mili. O porque en un solar tan vasto no haya materia prima para armar un tinglado de ese tipo. Aquí, como en cualquier parte, hay psicópatas para parar un tren… militar (si Adelita se fuera con otro, claro). 

La pega es que el personal adecuado solo se decanta en plena guerra, como en la IIGM, que lo peor de la especie demostró ser lo más idóneo, como los investigadores conductistas sospechaban. Así que, con lo que hay, lo más posible de momento es que se formase un ejército paritario, con generales y generalas, tenientes y tenientas, sargentos y sargentas (que alguna hay), o dos ejércitos mismamente, uno femenino y otro masculino, incluso uno LGTBI, que no lo veo yo, pero, bueno, para saraos, subir la moral de la tropa y tal…; y otros de género,  un ejércite, con sus labores y eso. 

O bien podría ser por división internacional de funciones, que los furrieles fueran holandeses, la intendencia alemana, los franceses tropa de revista, los cantineros españoles y los gastadores griegos. España podría aportar un arma decisiva: los videos de Gila, o alguno de Sánchez, que tiene inermes a las cancillerías enemigas. Aunque por lo pronto es Alemania la que abre fuego, con perdón, nombrando ministra de la guerra a una verde, y no es coña. 

Y ya veremos si no obligan a que el rancho militar sea vegano en adelante. Y permitan llevarse las mascotas a las trincheras. Creo que Putin está ya en los Urales acojonado buscando refugio.

Inmersión lingüística

 Y sin oxígeno. Un poquito de por favor.

jueves, 2 de diciembre de 2021

Covid negro

Hace nada el gobierno echaba las sobras de vacunas próximas a caducar, ¡pitas, pitas! a no sé qué pobres del mundo (uníos), como se tira un suéter no estiloso a una ONG que vive de eso, sabiendo que manos mafiosas (de otros gobiernos) lo venderán a buen precio a una aborigen que lo lucirá durante años, con jirones y todo recolectando el cacao o pastoreando vacas anoréxicas por la pasarela de la sabana. Todo muy sexy. 

Pero de repente llega la variante sudafricana, y faltan vacunas, ¡”compro, compro!”, gritan en el bolsín político-farmacéutico, que hay que inocular hasta a los niños de teta, “¡a mí póngame tres!”, “a mí media (docena), ah, y una de calamares a la andaluza!”. A vacunar a todo quisque. Obligatoriedad. Certificado o encierro. “¡A los indios, que vienen los caballos!”. O a las vacunas, que vienen los negros. 

Y es que el virus boer, que antes eran los blanquitos de Sudáfrica, se las trae… pues es negro. ¡Al fin! Dos años se ha demorado el virus, que no creas que no es ranrranear, en generar un espécimen que asuste de verdad a occidente. Porque si hay algo temible es ese black power malevo, la venganza africana, un bicho como el betún que se te mete, bueno, que te viola, y te deja preñado de muerte. 

Porque el negro sí puede. Y no hay que dejarle penetrar. Que se quede allí, a diez mil millas. Y los buenistas vuelven al ya te lo decía yo que había que inmunizar también a los negros, que nos podrían traer algo, que eso es la base para que el bicho no salte de cepa en cepa –cosa que aquí en La Mancha tiene muy fácil– y no mute. 

Y vosotros, ¿qué preferéis, la Pfizer o la Moderna?
Porque una mutación negra es lo peor, como se ha demostrado, quieto ahí parao, todo el mundo al suelo, que nadie se mueva (de allí, que aquí tenemos que seguir saliendo a tomar algo, y viajar, si no, en qué se va a notar la riqueza). 

Así que, a vacunar a todo negro viviente, por su bien, y a Tarzán, y a Jane, como si lo fueran, y a la Chita (callando). Aunque (casi) nadie se muera allí de eso, y sí de sida, malaria, ébola, tifus, miseria y un sin fin de lacras para las que el norte no ha inventado nada porque no se transmiten de abajo arriba, sino más bien al revés. 

Bipolares

 Al fin. Unos viven de la mendicidad y otros de la mendacidad.