jueves, 30 de marzo de 2023

Subrogación

 

Yo tenía que hablar de Ana Obregón. Es más, yo quería hablar de Ana Obregón. Pero mi vientre no me deja. Ayer se lo alquilé a un cocido de tres vuelcos -cuatro con el mío- y me encuentro imposibilitado, subrogado, a pique de echar los papeles de la dependencia -es lo que tiene la España vaciada de arraigo identitario-, incapaz de algo que no sea soñar con nubes de Alka Seltzer, pues hay que soñar a lo grande mientras te tomas una gaseosa El Vesubio -las de El tigre las dejé, por ser muy fuertes, traidora sugestión-. 

Cuanto ni más, meterme en camisas subrogadas de preñez por poderes, parir en diferido, como diría la Cospe. No. Yo, la escatología, la ontología y la ornitología se las dejo al ministerio de igualdad, y hoy el cuerpo, que es quien al cabo, o más bien desde su mitad hasta el cabo, decide sobre los más altos menesteres, me pide acordarme de algo tan estrafalario y absurdo como los mojes con fumeque -así llamaban siglos atrás a las pachangas con un solo portero-, o sea, patear el balón mientras nos fumábamos algún que otro pitillo. 

Y lo juro por Amancio, fumar jugando al fútbol, o al revés, no es que sea un placer genial, sensual, es que es un dos en uno. Superior incluso al famoso cigarrillo de después, que es por lo que más de uno se metió a donjuán: para poder fumar, y con razón. Aunque quizás todo esto sean delirios muy a toro pasado, cuando ya no practicas ninguno de esos tres deportes, y todo queda reducido al pleonasmo en pantalla grande del recuerdo desvirtuado. 

Pero algo habrá de cierto en esta conjetura escafoide tipo conjunción planetaria, pues siempre ha habido y hay deportistas profesionales, ejemplo máximo del culto a la salud que no solo fuman fuera sino también dentro del campo. Casi tantos como gais. Solo que, en virtud de los tiempos, ahora unos lo camuflan más (en forma de chutes de nicotina, sin humo), y otros se ocultan menos. 

Y es que, será una boutade, pero fumar jugando al fútbol haciendo de la vida un deporte de riesgo (y vivir para contarlo) te subroga cierto placer de haber vivido, aunque solo sea en la memoria, al cabo lo único que queda, y no siempre.

jueves, 23 de marzo de 2023

Para qué

 Dicen que un 7,5% de nuestros jóvenes están deprimidos. Pero verlos es difícil. Un joven deprimido se diferencia de otro que no, por ejemplo en que, ante una proposición sexual, el primero contesta “para qué”, y el segundo “cuándo” (y ello sin renunciar ninguno al cheque cultural, algo escamante). 

Un “cómo” nos hablaría más bien de inquietudes y posturas para pensarse si no tienes un seguro privado, y un “dónde” da que pensar en algún prurito o liebre sospechosa del partner potencial, y un “por qué” te señala más que a un agente de seguros ahíto por llegar al cupo mensual. Así pues el “para qué” sería la clave de esta diagnosis psicosocial digamos cutrefacta de boquimanga. Y no es de ahora. 

Ya Kant, nada más montar su chiringuito (y empezar a vender su Kantueso racionalista) estableció que una cosa es la cosa en sí -en nuestro caso el sexo-, incognoscible, y otra la cosa para sí, que ya sería imposible, por tanto. Que por cierto es lo mismo que se hace en nuestra cultura de masas, que les presentan a Taylor Swift -o a mi quinta a Susana Estrada-, pero de catarla, nada. Total, un puro pajillerismo. Y lo mismo Hegel, que heredó el chiringuito, solo que él decía “para nosotros”. 

Y en esto llegó Lenin, sí, como suena, diciendo que ya estaba bien de renunciar a renunciar a entender -ay, si lo supieran en Chueca- y que lo que había que hacer es hacer la cosa inteligible a base de hacerse con ella, para mí, para nosotros o pa ti y pa mí, o lo que fuera. Que es lo que hace la mayoría del personal, sin conocer ni a Kant ni a Lenin. Menos ese 7,5%, que, con tanta racionalización, desarrollo emocional y superproducción de todo como hay en esta parte del mundo concebida como una inmensa guardería extraprotegida y de autocontrol, ven disminuir tanto las pocas expectativas de llegar siquiera a identificar la cosa en sí, léase su vida, que trascenderla, “para sí”, simplemente les es imposible. 

Y se deprimen. Con razón, o sin ella. Aunque algo más de rebeldía no les vendría mal.  El problema es que el mundo reaccionario contra el que ir está teñido de progresismo. Y eso es pecado. Así que, a deprimirse tocan.

Feijoy en su laberinto.

 La moción de censura ha puesto de manifiesto una vez más el viejo adagio francés “los ausentes nunca llevan razón”. Aunque la razón también se ha demostrado superflua para llegar a gobernar. Vamos, que ni se sabe.

viernes, 17 de marzo de 2023

Escarcha

 


El aguachirle

Pablo Iglesias, que ha resultado el más pillín de la nueva ola de barandas, como es de letras se sabe al dedillo (y si no, se lo inventa) lo que Kruchev le espetó a Molotov -sí, el coctelero, pero no colega de Chicote- el día que se diputaron la herencia de Stalin: que las matemáticas no sirven en política. Lo cual, en versión pablista se traduce en lo que insiste en recordar al respetable podemita -es un decir-: que Sumar resta. Que cuanti más, menos, y que menos es más. Alta matemática.

 El problema es que la clac no sabe si la Yoli es un Kruchev con peluca rubia de bote o si Pablito va de barman autor de daiquiris del terreno, pero en realidad no sale del calimocho. Y es un lío. Incluso para Sánchez, pues ni con ellos ni sin ellos tienen sus penas remedio. Y la prensa no ayuda. Así G.Page, que de tanto sacarlo en las portadas se ha lanzado, dándolo todo, y amenaza con generar cientos de miles de puestos de trabajo aquí, en la España vaciada. Que vamos a tener que trabajar los pensionistas, pues van a faltar brazos, por no hablar de otros miembros (incluso del partido). 

Aunque lo primero que tendrá que hacer es refrenar al alcalde, que sale todos los días en plan McGyver haciendo de geyperman o de playmóvil, acaparando ocupaciones, y eso no es. Que deje algo para los parados, para que puedan batallar con la inflación, que en la región resulta ser la interanual más alta de todo el país. Que por récords no va a ser. Ni por hospitales. Ni por primeras piedras. Ni por lo juro por mis niños. 

Y es que los políticos lo quieren todo, en campaña y antes. Como esas miembras de Vox, tan renegonas y quejicas de la falta de democracia en su partido. Que es atonizante -es que atonitan, tú-, cuando no atocinante. No por la candidez, sino por la falta de profesionalidad y competencia. Pero hijas mías, ¿adónde va a ir ningún partido que tenga democracia interna con la partitocracia corrupia y salvaje reinante? 

Y es que no están puestas en fútbol. Si no, sabrían que con la democracia rige lo que Luis Aragonés dijo del fútbol: esto es un negocio, y el que quiera futbol que se vaya a ver a los juveniles. Pues eso. ¡Visca el Barça! (Por ejemplo). 

martes, 14 de marzo de 2023

jueves, 9 de marzo de 2023

Himnos

 El feminismo, que va camino de ser tan múltiple como las opiniones, o los culos, tiene también muchos himnos. Es lo bueno de poder elegir. Hubo un tiempo en que había que conformarse con, o seguir a las sufragistas, aquellas burguesas aspirantes al mismo estatus que sus esposos, o, todo lo más, hacer de coro de los propios maridos al cantar La Internacional, un hit para nada enrollado ni molón. 

Por eso cuando el feminismo despega de verdad, invadiendo la vida cotidiana, que es cuando las mujeres se empoderan llenando las fábricas en USA con la guerra, manteniendo el país  (y no a partir de la revolución, como quería Clara Zetkin, la propulsora ya en 1911 del Día de la Mujer, eso que muchos creen recién inventado), los himnos no pueden ser nada heroicos, pretenciosos ni pomposos, sino de la calle, o sea de la cultura popular, la subcultura que llaman algunos, incluso underground, que entonces y allí era la música negra, esa mezcla de plegaria espiritual pasada por la piedra de la mala vida del gueto, a medio camino entre la iglesia y la casa de putas, en la que se funden la pena y los sueños, y que es lo nuevo, la vanguardia de la expresión estética que ayuda a identificarse en sentimientos compartidos. 


Algo que, con las modas, y el consumo -ese factor tan maltratado pero tan importante para el feminismo- ha ido cambiando, y a unas les gusta Lady Gaga y a otras Rozalén. Pero si un himno permanece, y con todo su delirio e incluso sinrazón, es Respect, de Aretha Franklin

La causa, además de la trascendencia de esa música en un momento (el de la defensa más radical de los derechos de los negros), está en el descaro y la desfachatez con que se le dio la vuelta a la versión original de Otis Reding, simplonamente machista y patriarcal, con un mensaje feminista, algo condescendiente y maternal, que trata al hombre como un mantenido, y que caló más allá de un ambiente en que era más propio, y que hoy define ese casi supremacismo que empieza a teñir las relaciones. 

Y ahí sigue, en las estanterías de la educación sentimental femenina. Su letra deja mucho que desear. Pero, quién sabe inglés, ni falta que hace.

Más faena

 Me lo dijo un chalado (o algo más que yo) el otro día: Toda la vida huyendo del machismo, y ahora vamos a tener que huir del feminismo.

sábado, 4 de marzo de 2023

Los Titus de marzo

Aunque no lo parezca hay socialistas -Patxi, antes Pachi, López ha dicho que conoce unos cuantos, pero qué más da- muy mirados con las tradiciones cristianas, incluso si son de origen pagano y aunque (en última instancia, ya que siempre hay algún fondo tonto por ahí) haya que pagar a escote, o por escote. 

Como esa cuadrilla, partida o cofradía gastroérótica asociada a un tal Tito -nada que ver con el de Verano azul-, que se iba de picos pardos (y polvos varios) con “muchachas” -muyayas, en canario- a costa de dinero dudoso. Y claro, en un país donde la vianda se va volviendo prohibitiva, los están crucificando como si…, a ver, como si hubieran matado un perro, por ejemplo. 

Y eso que, siendo justos, han cumplido escrupulosamente con toda la preceptiva de rigor, que exige que la cosa carnal se consuma antes de la Cuaresma. Que es lo que han hecho. Nada que objetar, pues. Si acaso, el saltarse la norma, no escrita, por otra parte, de no desprecintar el salchichón -los que aún hagan matanza- antes de Jueveslardero. 

Y los presuntos -me refiero a los señalados, no al pernil curado al humo, que no consta si probaron ni en qué fechas-, lo que viene siendo el salchichón, lo tenían en modo epifanía hacía tiempo. Lo cual tampoco es que sea pecado; todo lo más, un poco de agonía. Y otra cosa en su descargo: lo han hecho antes del 8-M. 

Que es por lo que me parece excesivo, y hasta inadecuado, sacar el tema (que aquí vaya si lo hay) o el asunto, si quieres, en pleno carnaval, que ya se sabe que hay bula, de gula y si me apuras, de lujuria. Como si se hubieran jartao de secreto ibérico (un buen título para este thriller). Vamos, como si se hubieran saltado la cuaresma, cuando no es así. E igual, para cumplir aún más con lo ordenado, mantenían la vigilia los viernes. Porque lo que es pescado, había. 

Así es que no sé a qué viene tanta repulsión en la boca de los compañeros ministros de esa panda de vividores, como si los hubieran visto comerse un arroz con gato, que es ilegal (las putas, no). Y más, estando en su mano la solución y el castigo a tanta “maldad”. Pero igual puede más la hipocresía. Y la partitocracia. 

miércoles, 1 de marzo de 2023

8-M

Se nos rompió el satisfyer de tanto usarlo…, y ahora no encuentro la garantía.