sábado, 29 de julio de 2023

Voto Cera

La cera está que arde para Kara(jo)te Kid. Ya sabes: dar cera, pulir cera. (A quien sea)

Maldita (in)dependencia

 También es mala suerte. Siempre dependiendo de los catalanes para todo, y ahora, en vez de Rosalía nos toca Puigdemont.

jueves, 27 de julio de 2023

A fluir

Si hay una palabra de moda, esa es fluir, que más parece la aspiración no consumada de desatrancarse, de librarse de una vida en vallado, vista como una carrera de obstáculos, un campo acotado o una playa erizada de minas, soñada para descansar más que para ser ensartados como espetos por sus púas, esa angustia con que se vive hoy lo cotidiano, incluso lo fútil, lo inane.

 Así, los jóvenes, cuyo deseo es “que fluya, que fluya”, en general, y en particular las relaciones, que no son otra cosa más que el flujo digital en pantalla líquida de la secuencia indefinida de dimes y diretes de la red, ese río circular que no nace ni desemboca en ningún lado, solo fluye. 

Y no es que se hayan hecho de Heráclito (“todo fluye”). Al contrario, la fluidez ansiada por los que vienen detrás, es interpretable, a tenor de sus propias palabras y gestos, más bien como un dejarse llevar por esa corriente sin rumbo actual sin orden o patrón aparente, lo cual es un símil de la vida a la deriva náufraga, pero cómoda, tan regresivo como inmaduro, de esa infancia veraniega con flotador -como lo

es, o debiera serlo, toda infancia; la adolescencia es cuando el flotador pincha o te lo quitan, y ahí te las apañes-, remansada y perfecta en la que crees moverte, pero sin ir a ningún sitio, pues simplemente, te mecen. O sea, que de heraclitanos, nasti. 

Y luego estamos los mayores, ese lado oscuro de la fuerza adonde ha llegado también el hambre de fluidez. No hay más que ver la obsesión del bloqueo, que anda convirtiéndose en el enemigo de la panacea del fluir. Y que tampoco sugiere un deseo del cambio permanente que el precursor de la dialéctica instaló al decir que, por aquello del flujo, nunca nos bañamos en el mismo río -de las playas no dijo nada-.

 Más bien insiste, esto de más fluidez para todos y el desbloqueo universal, en la sospecha de ser afluentes de un río tan insólito como virtual y quieto, y que lo que queremos en realidad es que todo siga más o menos como está, y a seguir ignorando que los bloques somos cada uno según nos amazacotamos. O sea que, nenes y mayores, nuevos y viejos, que fluya, que fluya, sí, pero que fluyan otros. 

jueves, 20 de julio de 2023

Películas

 En este país no hay bloques; hay productoras de relatos, con sus guionistas, sus actores y tal. Pero para optimizar recursos y minimizar riesgos solo hacen dos tipos de películas -hay más públicos, pero polarizados, dos-, que los medios distribuyen, eso llamado transmisión y servicio público, y que desde 1º de periodismo sabemos que es algo más inicuo que inocuo. 

Una de las pelis tipo es así como de realismo mágico. Guachi. Yupi. Previsible. Jugando a creíble. La otra es semificción, pero “basada en hechos reales”. Jugando a verosímil. Con decibelios, montaje publicitario, golpes, caídas y ritmo trepidante. Así que no hay color. ¿Quién va a sacar entradas para un Disney echando una de Clint Eastwood. Aunque sea mentira (algo sospechado de ambas). 

De ahí el no ir (el PP) al debate de TVE. Se hubieran hecho un spoiler. Un destripe del "cómo se hizo" Y eso nunca antes de romper la taquilla, pues en vez de taquillazo lo que se puede dar es un gatillazo. Si bien hay un refrán francés que dice que los ausentes nunca llevan razón, a eso, ni caso. Para eso está Vox, en el debate y fuera de él: para imaginar en él al PP, pero en 0,0. Incluso en abstemio. 

Así que el domingo bien podría decir Feijoy lo que Helenio Herrera: hemos ganado sin bajar del autobús. Aunque cortar dos orejas y un rabo (no adscrito a nadie, todavía) sin llegar a comparecer, no es para tirar cohetes, con esta izquierda tan cortica, desfasada y tan ilusa con la ‘suspensión de la incredulidad’ esperada ese día (a su favor). 

El concepto citado se desarrolló en el XIX para la ficción y la fantasía propias del romanticismo, y luego, ya en el XX, empezó a aplicarse por la sociología electoral a la política. Y desde que la postverdad, el fake y la guerra cultural han hecho de lo virtual algo con más entidad que la dudosa realidad, que nada entre dos aguas y nos ha vuelto tan cínicos que nos resulta más sencillo creer en lo imposible o inverosímil antes que en lo posible o cierto, en política es un puntazo, consistiendo en pensar -y actuar en modo marketing para- que el votante, que además de humano y más aún espectador, o sea  (¿triple?) tonto por naturaleza, también es incrédulo por necesidad, en el momento crítico de votar -y aún no he visto ninguno que no se considere así- se apee de su descreimiento feroz para convertirse simplemente en tonto y creerse un pastiche blandón, como es el caso en esta ocasión, que ni fu ni fa, ni chicha ni limoná.  

Y todo para perderse un thriller, aunque su argumento sea rebuscado, el guión de corta y pega, la dirección poco menos que correcta, la actuación mediocre y la música de chunda chunda. Vale. ¿Y no acercarse por el módico precio de un voto al mal, aunque sea metafóricamente, a esa relación con el poder, tan confusa y oscura que tanto llama al animalico que llevamos dentro? Venga ya. Pero si lo dijo el mismo Aristóteles, que un poco más, y se hace socialdemócrata: es preferible una imposibilidad probable a una posibilidad improbable. Pues ahí lo tienen. El porqué nos gusta tanto acercarnos al abismo. Y estos, pensando en la 'suspensión de la incredulidad'. Menudos analfabetos. Y es que no leen pero nada. Ni la Wiki.


martes, 18 de julio de 2023

El istmo de las nanas -cosas del veranazo-

 

Viajes con mi primo. Libro de entradas y salidas de Mediwat López. Impreso en hueso de fémur de equino de primera; sistema odontográfico para lectura láser. Ejemplar único. Museo de Cultura Hincaica. Cuentacuentos: Hermeneutina López. 

Todo son átomos y entre ellos lo único que existe es el vacío. Demócrito

 Los sitios que no fui/ son un futuro/ de postal en mi mente./ Qué suerte que haya tantos  /viajes postergados / al fin, como la vida.

 

Cuando mis dos nietecitos pascuales vinieron de merendar su compuesto carminativo de sales de eneldo y aliaga, y me lo trajeron, no me sorprendió. Habían encontrado a su autor dormido, y al ir a bigotearle el costillar arrodalado por una tiña añera, una garrapata salió del carrizal de su pelambre y se asustaron: “Mira, un hueso. Cógelo”. “No, tú que eres mayor”. “¿Por una hora y veinte?”. “A ti te dan de mamar antes, por algo será”. “Bueno...” . Lo cogieron y se fueron a dos metros, para examinarlo:  “¿Qué son esas marcas?” . “Serán mates. A los perros les van los números.” . “Arrea, ¿un hueso en clave?”. “Lo mismo es un mapa del tesoro” . “Sí, de otro hueso enterrado; tú eres gilipollas”. “ ¿Y tú, sabes leerlo?” . “No. Pero la abuela Hermeneutina sí. Una vez interpretó el esqueleto de una sardina en salazón. Estaba de buena...”. Se relamió el mayor. ”Pues arreando”, ultimó el menor.

Al verlos venir azogados, abandoné mi ramoneo estabulario y les pregunté: “¿Qué lleváis ahí, zarzaneros?”. Al menor le faltó tiempo para decir: “Lo tenía el ratonero, que está ido perdido. ¿Nos lo leerás?”. “Trae aquí. A ver...”, dije escudriñando las marcas dentarias del húmero siniestrado. “Esto parecen vivencias. No nos incumbe. Se lo daremos a Sumo”. Y por poco les doy un berrinche: “¡Nooo, güela, nooo, léenoslo antes, andaaa, porfi!”. “ Mira que no me gusta que os metijéis en la vida de nadie”. Repuse. “Además, se trata de un perro. Está totalmente contraindicado”. “¿Pero para cuentistas, los perros, no? Puede ser chuli”. “Y peligroso. Se trata de un superviviente de los Años Acelerados” . ”¿Y eso qué era, un grupo musical?”. “No –no pude reprimir una risilla. Estos críos...–. Era cuando se buscaban las respuestas. Y el ratonero era de la vanguardia”. Yo miré a los danzantes pensando en otras cosas. Tal vez en otros bailes, en otros corazones. Y casi sin querer, seducida por el duende pegadizo de la infancia, les hice bajar el nivel de su júbilo y empecé a leer bajito aquel trozo calcinado de memoria...

“Hola, qué tal. Para quien le interese, soy Mediwat López, de los López de Casajuncaña. Nunca he padecido la hidatidosis ni la rabia y mi sentido olfativo es veinte mil veces superior al del hombre. Pero eso no ha sido suficiente para escapar al fin. Al contrario, más bien lo he perseguido desde la noche aquella en que, contra mi parecer, me uní al bandido corneja y a mi estimado Patócleto en la Cápsula de los Tiempos y, antes de mi segundo ladrido de alarma, marchábamos dejando un futuro de plastilina a nuestras espaldas entre la nube roja en llamas que nos cegaba aspirándonos fría como el sudor que ahora siento... 

Después, el deslumbrón se deshizo en volutas en una niebla seca, y el universo de fuego desapareció. Debido a la deshidratación, las fibras nerviosas de mi superdotada nariz quedaron bajo mínimos, y no pude indagar más sobre la película. Recuerdo, eso sí, el aire insulso enrarecido, similar al del salón de mis amos. Y que el huevudo Brevon me guiscaba:

–¿Y tú dices que tu mucosa olfativa es una maravilla? ¡Una puta mierda! Un humano, con su porquería de 0.006 milímetros y drogado, huele más que tú.

 Menudo viaje me pegó, con su alma de chacal.

Cuando ya estábamos bien perdidos en la perdición, atisbamos entre la gasa de niebla aproximarse un reflejo material. Algo que incluimos en el esperanzador grupo de los objetos, y lo que al fin se plantó ante nosotros era un fiero guerrero con el casco abollado. Y va y nos vocea. Aunque al menos sabemos que somos una presencia:

–¡Eh, vosotros. Soy Hermes, el mensajero de los dioses, dios mismo de la Astucia, la Suerte y el Robo, y vengo a escoltaros hasta el Hades. Así que andaros con ojo!

De manera que lo creemos, por la cuenta que nos trae.

–¿No queríais espíritus? Pues ya estaréis contentos –les digo, nada satisfecho con mi destino. Y le seguimos sin resollar porque, como es dios, va a todo puño. Pato le grita, desjarretado:

–¿Adónde vamos, buen Hermes pederasta? –Pero no le contesta. Menos mal. Porque mi amigo confunde los términos y éste debe ser uno de los dioses más groseros de por aquí. Por fin se digna, pero sin volverse:

–A cruzar el Aqueronte. Yo no sé por quién venís recomendados, pero debéis de tener un buen agarre. Aquí todo el mundo lo cruza con sus huevos. ¿Lleváis los óbolos?

Nuestra extrañeza es intensa. Y Brevon, que no se corta un ápice, grita:

–No, pero el pato puede recitarle el listín de especies en extinción en un pestañeo.

Hermes da paso y medio y se para. Luego se vuelve. Su mirada es mortal. Nosotros también nos paramos. Yo pienso: “Ya está, ahora nos desintegra de una hostia”. Pero no. Sigue. Peor. Como es el dios de la astucia, espera que te esperarás. Y en efecto; por lo menos por lo menos estuvimos dos o tres años luz corriendo como galgos hasta llegar al Aqueronte. Al acabar, y sin dejar ni descalzarnos:

–¿Qué, algún chistecito más? –Reta. Si se le ocurre al bocazas de Brevon decir algo, le pego un bocado que le quito la cabeza. Y, reventados, al ir a sentarnos en su orilla, sale con un exabrupto, una cosa que para qué, que qué nos hemos creído, que si pensamos que él es nuestro criado, que cómo nos atrevemos a poner el culo en el reino de Ultratumba. Y entonces caemos. Pato, con mucha urbanidad, inquiere:


–¿Entonces, señor,  ésto es... el Más Allá?

viernes, 14 de julio de 2023

Cine X

 Antes, ser un morboso salido o pajillero vocacional tenía su aquel y hallaba más amparo que ahora un sarcástico o un simple guasón, tan mal vistos. 

La censura social, más cerca de la moral clerical, más benigna a veces que el nuevo puritanismo hipócrita, facilitaba espacios adonde los mirones aficionados acudian raudos, sin mirar para no ser vistos -ese juego infantil-, como acuciados por una prisa carnal al cruzar el parque hacia el Candilejas, donde les aguardaba su película X, aquel invento de sacristía para putibundos anterior a la era pornográfica en todo que se abriría paso por entre la dilución de las ideologías, la democratización del cuerpo y el consumo vicario, ese que se hace a través de la criada, el niño o el perro, y que aherrojó a un rincón en el ángulo oscuro de su concupiscencia a tanto mirón amateur y no pocos perversos polimorfos preadolescentes -móvil u ordenador mediante- que hoy son legión. 

Aunque no se vean. Mejor pensar que no existen. Y aunque no vean películas X, que solo es un mote, una clasificación para cine marginal, con la que los Weinstein, mira por dónde, construyeron Miramax, mirar al máximo (con películas así clasificadas en USA incluidas las de Almodóvar, cosas de la vida.) 

Pero existen. Existe todo. Aunque no se llamen así, o no queramos verlo -esa auto represión del presente: dejar de mirar, y mira que nos gusta-. En la tele echan un montón. Sobre todo en la pública. 

Así que no son marginales, aunque sean realmente X, ya que van claramente contra la Constitución, los principios democráticos actuales, sexualmente ilegales y mayormente impresentables. Pero se ve que son un servicio más de la Junta con los que Page nos viene preparando -con los toros- para ser el ejemplo en el que mirarse España, según él. Luego, no paran de hablarnos de lacras como los abusos, el machismo, la violencia de género, el racismo, y que la mejor solución es la educación en valores. Y por las tardes, otra castaña criminal. 

Eso sí, al final siempre aparece el letrerete de no ser muy acordes con lo que hoy se espera de un producto cultural. Así, como perdonando el bollo por el coscorrón, ¿para quedar bien? Será con ellos mismos, que es con quien nunca aplican la tolerancia cero.

jueves, 6 de julio de 2023

Miedos

 

Cómo lo verá el pobre Sánchez para basar su campaña en eso tan primario y traidor que es el miedo. Y gritando, en falsete, ¡que viene el lobo! (al que él mismo dio el biberón más de una vez), refiriéndose a Vox, al que los votantes para colmo han aceptado ya como animal de compañía; pero también -y esto sí que es patético-, a sus socios de régimen y con quienes vienen negociando todo lo negociable -y lo que no- en este jueguecito secular que ya huele llamado España. 

Y sin embargo, el miedo funciona. En el 93 funcionó. Y el Psoe se mantuvo agarrado a la brocha mientras le birlaban la escalera. Y ahora, igual salva los muebles (que se diría es a lo que van) y no queda en la oposición peor -o sería su ruina- que sus socios de izquierda, más aptos para el motín, el piquete y el pifostio que el cambio de paradigma político en marcha -París siempre va delante- seguramente conlleve. 

Y si algo sabe bien Sánchez es que una sociedad limitada de cargos públicos, sin presupuesto, móvil ni babosas alrededor, tiende a desaparecer. Es su miedo. Y espera que el de la gente a los fantasmas y al tío del saco, le guarden su viña. Y el que pueda darle al PP tras ganar con un planteamiento ideológico de guerra cultural (y mieditis) y nada más -otra alternativa que tal baila-, a quedarse solo ante el peligro de los antisistema, viejos y nuevos, le facilite esa supervivencia, amenazada a juzgar por todos esos analistas ‘serios’ que machacan a Sánchez, pero salvan el partido, que es otra cosa, sin decir el qué. Más miedo. 

Y es que el miedo está sobrevalorado. Sobre todo por los que lo utilizan para manipular las opciones de la gente. Y sí. Hay un 30% de electores, tan lánguidos como peligrosos, que tendrán una relación poliamorosa los últimos días de campaña. De lo que resulte, si hay tema, con o sin penetración, con o sin mamporrero, depende la noche electoral, en la que se bebe y llora más que se fornica. Y ahí el miedo jugará un papel. Pero no piensan -por vivir en sus nubes- que a 40º a la sombra y tan contentos por soltar 30€ por una de sepia en el chiringuito, ¿quién dijo miedo a votar lo primero que salga de la chepa?