jueves, 29 de agosto de 2024

El sinapismo

 

Antes de ayer se produjo algo que hace las delicias de cualquier columniador, eso que llaman una conjunción planetaria. Y Mercurio, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno se vieron como en línea. Faltaron para bingo Venus, Plutón y la Tierra. 

El Sol no da para tanto. Tendría que contar con Sánchez (que va de Rey Sol), ese astrónomo experto en conseguir conjunciones, yuxtaposiciones, adverbios y adjetivos calificativos por un tubo cósmico (y no pocos cómicos), aunque sea provocando los agujeros negros que hagan falta, que nos tiene a todos hechos unos Hawkings de secano. 

Y se demostrará, que conste, una vez más próximamente con los presupuestos, que dejarán a la famosa alineación astral de antes de ayer en Matascagadas, y casi casi lo mismo a la del Real Madrid del mbapeo. Y a los demás, como siempre, más alienados que alineados, que también, como el gran alineador -y alienador- que es. No sabemos si más que Del Bosque o que Clemente (no te quedes con la gente, que cantaba Carlitos Cano). 

Y el caso es que lo de las conjunciones -bueno, y hasta lo de los pronombres- es más que previsible. Leire Pajín, que por algo fue ministra de sanidad (esa otra conjunción por venir) con ZP, conjuntivo (y caribeño) hasta la médula, ya se hizo famosa por explicar y justificar uno de esos momentos inenarrables e inexplicables de concordancia y enfilamiento que en el espacio suceden mucho más de tarde en tarde que en lo que es la política española.

 Aquí se alinea y se conjunta lo que sea ya; y no hay política más experta en hacer extraños compañeros de cama, o de viaje, que la nuestra,  que ya es como ir a tomar churros (haciéndolos, de paso), siendo tantas las típicas faltas de congruencia ibérica, de lógica kantiana o simple sentido común, de este quehacer, que muy bien las podríamos integrar en lo que yo denomino El Gran Sinapismo Nacional -nacionalistas incluidos-, que es ese asidero, sea salida de pata de banco o milagrosa ocurrencia, de cuando fallan todas las neuronas sociales, y esa es la única explicación: el sinapismo como destino. 

Y muy aristotélica, por cierto: busca, y cuando lo descartes todo (incluso a Descartes), y llegues a lo imposible, esa es la cosa, y no hay otra. 

Y así es como funcionamos por el paralelo 38. Con la sinapística como nódulo fundacional y gran agarradera filosófica y razón práctica. Además del clavo ardiendo, por supuesto, tan nuestro como grado superlativo de la sinapística, y que en verano aún se da más, pues apenas si hay que calentar. Lo cual es toda una ventaja.

jueves, 22 de agosto de 2024

¡Es que te odio, te odio y te odio!

 

Alucinante. Mientras el noticiario regional no paraba de sacar a la ministra de guardia (la de vivienda, por poner algo), hablando del odio desatado contra los Menas por el asesinato del niño de Mocejón, las imágenes (de la tele propiedad de la ínclita) no paraban de exhibir, señalando desde todos los ángulos, la casa del pueblo del presunto homicida. Eso es discreción, presunción de inocencia y salvaguarda de derechos.

Sombras

 

En puridad, un político es alguien que se dedica a administrar las sombras. En el caso de concejales de medio ambiente y alcaldes en general, literalmente. 

Hubo un tiempo, tan lejano como el frescor o la concordia, si es que las hubo alguna vez, en que se les veía como portadores de luz, o al menos como un reflejo, ya paliducho e impostado, de ese estrellato ya pasado del siglo de las luces, a cuya vera se alumbró una vez algo más que gestión y buenos deseos, y que por aquí se acabó en cuanto empezó a sonar el tintineo del vil metal -que no es tan vil, pero queda bien-, dando comienzo así la perrea del empoderamiento del chimpancé sordo y ciego pero, lo que es peor, no mudo. 

Y la cosa mudó, y los políticos de a pie se tornaron intérpretes, mayormente de la farsa, que varían su oferta en función del cambio de la demanda, la peor mentira. 

Hasta ahí habían sido más unos déspotas ilustrados -el que lo fuera-, que decían ejecutar los deseos tanto tiempo postergados de las masas transidas, metiendo de rondón entreveradas gambas de su cosecha, improvisando así un mechado que el cliente dio por consumible. Era, por simplificar, cuando en las zonas verdes se ponían más árboles que césped. 

A partir de entonces se dio la vuelta y, fuese para aumentar los metros de verdín por habitante, porque sale más caro y se puede (mal)gastar más, o por los traumas y frustraciones pastueñas propios de gente de recua y rebaño, el césped impera, y por lo tanto, el sol. Los administradores de sombras, piscineros golfistas en deseo o practicantes o que sueñan con el sol en sus pellejos (además de con ovejas mecánicas), las administran ahora a partir del odio. 

Y cada año las ralean, las podan tuerteando de sombra calles, bulevares, parques incluso, dejándolas extinguir como un bien mostrenco. Dicen que para evitar que nos caigan las ramas, y a ellos el pelo. Lo cual está garantizado. Todo lo más te puede caer una caca de palomo. No sé quién va a pasar por esas avenidas a rape, esos parques al sol. Eso sí, luego te ponen en pleno verano plantones grandes en cualquier parte, para que se sequen. Que es un todo un detalle, y refresca mucho, la verdad.

martes, 13 de agosto de 2024

Burlesque

 Esto no es (aún) una confrontación civil, salvo para coger sitio en la playa, y llevar pistola ahí sería todo un puntazo. Si lo fuera, a Puigdemont ya le habrían aplicado la ley de fugas. Quiero decir otra a la encasquetada por el estado PPSOE, tan minimalista y animalista él: dejar a la mula mear, que meando descansa. 

Pero es que el ilustre ya no es un fugado de la justicia; ahora es el fuguista de la Juntsticia. El fuguista juntsticiero. Un fuguista tan bregado y fogueado que se desfoga (trans)fugándose a dónde y cómo sea, sin despeinarse, pues ya va. Envidando y negando la mayor, a lo Miguel Bosé. Y eso es más que un escapista jugador de brisca dos en uno, algo més que un club y sobre todo molt més que un país, y més si éste es petit y con mossos haciendo el trabajo de adultos. Ande va a parar. 

Es el espectacle del procés, o el procés hecho espectacle, si no es lo mismo, con más pilas que el conejito, y sin chistera (pues ya lleva casco). Porque este gachó es un Mozart de la tocata y fuga, del hola y adiós grouchista, yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, perdona pero me están esperando en la Junquera. 

¿Junqueras?

 ¡Oh, perdón, quise decir Jonquera! Pero no, ese lleva otro número del circo, el de Leoncio el león y el enanito provisional. Un número prescindible, le aconsejo que visite nuestro bar, je, je. 

¡Pero si se ha reído! 

Si le parece, lloro, con la de bolos que me están saliendo. El negoci es el negoci. No sabes qué agenda tengo, que voy a necesitar al Idealista para que me la lleven. Pero que conste que me he reído en catalán. 

¿Y eso cómo se hace? 

Fácil. Puedo decírselo pues está patentado. Consiste en reírse de todo el mundo. De tothom, vamos. De abajo arriba. Empiezas con los andaluces, que son más risueños, y ya, cuando se te cansan, de los de Girona, con la risa más floja, por si las moscas. 

Será mosques, ¿no? 

Si us plau... Ah, perdone, el móvil. ¿Sí?... ¡Ja, ja! Vale, adeu. Sí, es mi colega de Madrit, que a ver si me animo a hacer el número pero con la Guardia Civil. Que me ayudarían. 

¿Y lo hará? 

Créame, lo pensaré. Pero a mí los tongos, no. Lo mío es lo auténtico, ¡Visca Catalunya! 

Hale, pues visca.

viernes, 9 de agosto de 2024

La espera


La esperanza puede que sea lo último que se pierde. Menos que un paraguas en Albacete o un chambi a la puerta de un cole, o que la parienta del mismo nombre de la chirigota gaditana. Pero de hecho la pobre se pierde más que el pelo, los cuartos de los impuestos o la virginidad, por distinta causa, claro, pues si una es voluntariamente, la otra es por imponderables. Adivinen. 

Todo es cuestión de tiempo. O de los tiempos. En todo caso, perder la esperanza sigue siendo un pecado grave, pues significa estar poseído por el espíritu de la desesperación, el Belfegor ese. 

Y los que crean que hablamos de religión y no les atañe, van dados, pues en plena era digital la desesperación también ha caído en las garras del escrutinio constante de lo recto o erróneo, lo correcto o lo torcido, y desde criterios estrictamente sociales está pero que muy mal visto desesperarse, porque ello implica haber perdido la confianza, no en Dios, ni en el cosmos, sino en un final positivo, en un final feliz, que es para lo que se nos prepara, contrariamente a lo que sucede, justificado por la vía creyente con el “era voluntad de Dios”, o por el civil (aunque no mucho más civilizado) desenlace fatal, que suena más a matemáticas y ley de probabilidades. 

Pero desde una y otra óptica, perder la esperanza es lo peor. Se estigmatiza al portador y se señala como disidente transgresor a quien lo dude. Solo un criminal como Don Corleone puede decir que solo pueden estar confiados los niños y las mujeres -era antes del Me Too, y de tanto niñato diabólico del presente-. 

Sin embargo, los romanos la veían como hermana de la Muerte, por terminar con las penas. Que es una visión mucho más próxima a su idea actual, a medio camino entre el hedonismo cínico del confía en Dios y no corras, y el pasote apuntado en Filipenses 4:6-7: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho”. 

Basta con sustituir Dios por vida, o naturaleza. Y echarle una cierta fe. Sea la del don divino cuya falta no agrada a Dios (vaya tela). O la fe en la nada del simple superviviente. Qué cosas.


martes, 6 de agosto de 2024

Hablando de medidas

 

Hablando de medidas fiscales Pedro Sánchez y María Jesús Montero acaban de hacer una frase por la que John Holmes hubiera dado treinta días de sueldo para usarla de epitafio: morir por los extremos o por las extremidades. ¡Qué grande es el cine!