Antes de ayer se produjo algo que hace las delicias de cualquier columniador, eso que llaman una conjunción planetaria. Y Mercurio, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno se vieron como en línea. Faltaron para bingo Venus, Plutón y la Tierra.
El Sol no da para tanto. Tendría que contar con Sánchez (que va de Rey Sol), ese astrónomo experto en conseguir conjunciones, yuxtaposiciones, adverbios y adjetivos calificativos por un tubo cósmico (y no pocos cómicos), aunque sea provocando los agujeros negros que hagan falta, que nos tiene a todos hechos unos Hawkings de secano.
Y se demostrará, que conste, una vez más próximamente con los presupuestos, que dejarán a la famosa alineación astral de antes de ayer en Matascagadas, y casi casi lo mismo a la del Real Madrid del mbapeo. Y a los demás, como siempre, más alienados que alineados, que también, como el gran alineador -y alienador- que es. No sabemos si más que Del Bosque o que Clemente (no te quedes con la gente, que cantaba Carlitos Cano).
Y el caso es que lo de las conjunciones -bueno, y hasta lo de los pronombres- es más que previsible. Leire Pajín, que por algo fue ministra de sanidad (esa otra conjunción por venir) con ZP, conjuntivo (y caribeño) hasta la médula, ya se hizo famosa por explicar y justificar uno de esos momentos inenarrables e inexplicables de concordancia y enfilamiento que en el espacio suceden mucho más de tarde en tarde que en lo que es la política española.
Aquí se alinea y se conjunta lo que sea ya; y no hay política más experta en hacer extraños compañeros de cama, o de viaje, que la nuestra, que ya es como ir a tomar churros (haciéndolos, de paso), siendo tantas las típicas faltas de congruencia ibérica, de lógica kantiana o simple sentido común, de este quehacer, que muy bien las podríamos integrar en lo que yo denomino El Gran Sinapismo Nacional -nacionalistas incluidos-, que es ese asidero, sea salida de pata de banco o milagrosa ocurrencia, de cuando fallan todas las neuronas sociales, y esa es la única explicación: el sinapismo como destino.
Y muy aristotélica, por cierto: busca, y cuando lo descartes todo (incluso a Descartes), y llegues a lo imposible, esa es la cosa, y no hay otra.
Y así es como funcionamos por el paralelo 38. Con la sinapística como nódulo fundacional y gran agarradera filosófica y razón práctica. Además del clavo ardiendo, por supuesto, tan nuestro como grado superlativo de la sinapística, y que en verano aún se da más, pues apenas si hay que calentar. Lo cual es toda una ventaja.