viernes, 20 de abril de 2012

El ñu

Ahora mismo, el capitalismo español se parece al ñu ese, cojitranco o con jamacuco, el más débil del rebaño al que el león malprende en los documentales para sacarle las chullas. Y no lo digo sólo por Repsol.

En un momentazzo así (que diría Boris), en que ya no quedan países por explotar y la conquista de los mercados comporta un número de bajas que nadie se mete en tales guerras, lo más fácil es hacer un nuevo reparto de ellos, a partir de la nueva división internacional del trabajo ya en vigor (berengenal en el que no vamos a entrar), trincando alguna cuota resultante de quitársela al débil que la tenga, y las multinacionales españolas, huérfanas de un estado sin la suficiente capacidad geoestratégica para respaldarlas, son presa fácil de las siempre grandes hambres de tajada universal. Sólo que en esto, como en la sabana, eso de que los leones son los mayores depredadores es un mito. 
Hienas devorando muy civilizadamente una cebra. De
hecho ésta lleva su código de barras y todo.
Así, Botín acaba de aconsejar que no se invierta en ACS, la ladrillera de Florentino, que nada más perder ante el Bayern vendió con pérdidas de más de 700 millones de euros el paquete de acciones con que quiso hacerse con Iberdrola. ¿Es tan malo Botín? No. Son sólo negocios. Se supone que él sólo quiere competir con su rival el BBVA, que fue quien le prestó los cuartos a Floren para jugar al monopoly a débito, y ahora se van a ver mal para verlo saldado. Y eso le viene bien a Botín, que naturalmente, nada dice de que él lleve haciendo lo mismo con Sacyr desde que Zapatero la utilizó para conquistar Repsol y de paso Francia. Pues bien, empresas megalómanas con pérdidas como estas llevan los bancos financiando durante toda la crisis. Lo que demuestra tres cosas. Una, que sigue siendo un mito eso de que los leones se comen a las cebras, sino las hienas las que todo lo devoran, primero lo sano, luego la carroña y al final unas a otras. Dos, que eso de que los bancos están en quiebra –lo cual es cierto, aunque sus balances estén trucados– y no tengan más que para financiar al estado y nada para crédito, es mentira. La prueba es lo anterior –y también los espectaculares sueldos, planes de pensiones y prejubilaciones a los suyos–. Y tres, que seguimos creyéndonos lo que sea. Ah, y cuatro, y cito a Alfonso Rojo: la memoria del español es algo así como la de la lubina a la sal. O sea, que la solución, mañana.

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