Una mujer ha sido detenida en Suecia por tener relaciones
sexuales con un esqueleto, y ahora se enfrenta a dos años de cárcel por
perturbar la paz de los muertos, que no están para guateques. Si bien puede
librarse de los barrotes, por ser primeriza en el oficio de la necrofilia, y no
saber casi lo que hacía, a tenor del libro
Mi primera experiencia, que obraba en su poder –aunque no se ha revelado por qué página iba– cuando la trincaron haciéndose la sueca, pese a tener 37 añitos la gachí. Todo lo cual desmiente toda la mitología sobre la precocidad sexual escandinava, nava arriba, nava abajo.
Mi primera experiencia, que obraba en su poder –aunque no se ha revelado por qué página iba– cuando la trincaron haciéndose la sueca, pese a tener 37 añitos la gachí. Todo lo cual desmiente toda la mitología sobre la precocidad sexual escandinava, nava arriba, nava abajo.
Así como la avanzada educación cívica de aquellos pagos, que obviamente deja
mucho que desear en el apartado ‘hacérselo con fiambres’, ya que en caliente
está la cosa cada día peor, y que ahora, con lo calvinistas que son (por no
hablar de sus calaveras), seguro que lo proponen como derecho, pues ser mujer y
calavera, y con productos disecados o caláveres, debe ser una experiencia
religiosa, algo alternativo con lo que probar, visto que a lo vivo carece hoy
día de interés. Y eso que aún esté por investigar si los esqueletos más
jóvenes, de 100 o 200 años dan más resultado que uno del Medievo, o si los del
Senegal rinden más que los de Toronto, o si hacer el misionero o cabe algo más
imaginativo, y lo fundamental, que no se sepa muy bien cómo un esqueleto o
resto cadavérico puede llegar a satisfacer plenamente a su pareja, pese a que
cada día, o noche, millones de ellos lo hagan en todo el mundo. Y sin
descoyuntarse. Para saberlo, haría falta, pero ya, una Interpol del hueso para
penetrar en ello. O interprenetrarlo, que es más.
Sin embargo, y dada la pérdida
de masa muscular de la víctima, se sospecha que su violación pudo ser por el
abuso más que probable de uno o más de sus huesos, especialmente los punteros,
incluidos el húmero o la tibia; no así el fémur, descartado, no se sabe por
qué. Pero algo de violencia habría, ya que la presunta fue descubierta al oír
sus vecinos un disparo y avisar a la poli. Tal vez el esqueleto se puso
farruco. Porque la mujer no presentaba heridas. Y en ese caso habría que preguntarse
cómo el esqueleto se hizo con un arma. Además de las que demostró poseer, dado
que el acto, no sabemos si repetido, llegó a consumarse. Qué bribón. En todo
caso es cosa del sumario. Lo que no se ha aclarado en ningún momento es si el
esqueleto era macho o hembra.
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