Da asco hablar de política. Pero vamos allá. Cualquiera que haya tenido que buscarse las habichuelas sabe que, o traicionas a los demás o te traicionas a ti mismo. De esta norma solo se salen los carentes de principios o escrúpulos, cuya naturaleza no sabe lo que es la traición.
Por eso me da risa (y algo de pena) ese tal Lobato.”¿Ay, ay, Lobato, ay, ay, Lobato. Porquééé, porquéé, porqué”, parodiaba yo por Peret a mi líder fraternal de entonces con tal nombre de guerra, y me acusaban de anarco traidor. Pero me lo pasaba en grande. Dimos mucho la nota, pero como perdedores sabíamos una cosa: que siempre íbamos a ser traidores a algo. Nos tocaba.
Pero este tonto del pijo se cree que no lo es, que sigue más entero que una virgen y que además está en el Manos Unidas de la realización y el crecimiento personal. ¿Cómo se puede ser tan cretino? -O tan falso-.
Y para confirmarse, convencido él, se va a un notario, que se descojonaría vivo al cobrarle, para que le certifique que es un porra cándido, mamporrero y chupalcuzas -lo de memo no hace falta; salta a la vista-, incapaz de ver que desde el principio, sus compis/as se colocaban, ante lo imposible de pintar algo en Madrid, mientras él se quedaba -los partidos son eso, sopa y grilletes- para servir de juguesca y titiriteo al tiburón de M.A.R., hasta que, al no dar más de sí en el guiñol, lo han devuelto a su marionetista para que lo arroje como un trapo hecho jirones al cesto de desechos de tienta.
Alguien que ha estado años en tal zambra y dice que se entera ahora ante notario, técnicamente es tonto (o peor). Aunque acabe de traidor malo. Los que manejan los corrales necesitan de esa figura como vaso comunicante de su potestad y de que aún queda algo por lo que luchar o votar, y él tendrá así su pequeño papel en la gran historia del trapisondismo, pues al demostrarse débil, el traidor malo, o tonto, permite al líder mostrarse implacable.
Y así es como se transmite el
poder. Y la infamia. Y la peor lealtad. Con traidores útiles. El buen traidor,
en cambio, es un inútil, pues lo tiene asumido y no cuernea. Y, oye, que tenemos
otras cosas que hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario