viernes, 17 de febrero de 2012

Españoles por lo mudo

Del mismo modo que las mujeres de Nápoles en tiempos salían desnudas a las azoteas, con la esperanza de que la luna les aumentase la pechuga (y a alguna le dio resultado, como Sofia Loren, que era recriada, pero bien), nuestros políticos se pasean en cueros por Europa para ver si les crece la p…ensión alimenticia, pues de igual modo que el mundo está lleno de ex vírgenes,

en los partidos no queda nadie con la telilla intacta, y esa ventaja hay que aprovecharla. Y siempre será más cómodo que ir a una de esas clínicas japonesas especializadas en la reconstrucción del himen. Total, para lo que iba a durar en Berlín, con la mucha mano que tiene la Merkel. 
Y no es porque sean todos onánimamente unos gayneanos indocentes, que se tiran a la pichina a la que ven la ocasión de seguir engordando aun a costa de traicionar lo que sea –lo que se llama nutraición–, sino porque su condición de aspirantes a hetairas del poder (al precio de estar siempre tejiéndose una telilla) les lleva a confundir la luxury de neón con que éste se anuncia, con la famosa erótica del mando, esa que alguna vez les citaron como la tierra prometida en sus prácticas del poder (incluidos cursos de travestismo y transexualismo) en los callejones aledaños al mismo, donde nunca falta un buen proctólogo; y cuando se enteran que no era lujuria sino lujo, optan por ese mal menor, por comer bien aunque no se le pegue mucho a la zaragatona. Así, su Némesis no puede ser otra que el engorde, más clínicas y la dieta, sobre todo de Frankfort, habida cuenta que la bolsa de allí es la que determina el precio en canal de los políticos europeos, que valen tanto como el tamaño de salchicha alemana que son capaces de tragar por uno de sus ortos. O la hispanofobia que pueden soportar del stablishment gabacho, que no machaca a nuestros deportistas por ganarles o por no hacerse franceses, como Balenciaga o Picabia, sino por no hacerles el francés, como Picaso, Dalí o Buñuel, que jamás se dejaron enajenar. O el compromiso macabro de la Hillary de limpiar la playa de Palomares de residuos nucleares, pero hoy no; mañana, en un plazo de tres años. Que algún prócer ya tendrá preparado el bañador modelo Fraga 66 para emularle. Y a callar. Que mudos, se representa mejor al país. Aunque yo estoy haciendo acopio de calzoncillos usados para el evento. Por si cuela. En la colada, digo. ¿O no eran palominos?

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