La última gran aparición estelar de Don
Mariano (o el Don apacible, que diría Sholojov) ha sido para condenar el
escrache. Todo lo demás sigue pendiente de su comparecencia. Pero por algo se
empieza.
Y el escrache es, como todo el mundo sabe, uno de los grandes problemas nacionales. La gran amenaza que ha hecho subir la venta de somníferos, tranquilizantes y bragueros. Y conviene atajarla cuanto antes, ya que la democracia depende de ello. Y lo primero es desacreditarlo, tratarlo peyorativamente y maldecirlo, asimilarlo al terrorismo (del cual ciertamente tiene rasgos a veces). Para lo cual no han faltado voceros más o menos de pago lanzados en plancha a su blocaje. Ya se sabe, el fin justifica a los medios. Y que, como cantaba Gardel, “despechao pa la calumnia nunca falta un buen corneta”, que en época de dos velas tantos hay con facultades innatas, con fresa y sin ella.
Y el escrache es, como todo el mundo sabe, uno de los grandes problemas nacionales. La gran amenaza que ha hecho subir la venta de somníferos, tranquilizantes y bragueros. Y conviene atajarla cuanto antes, ya que la democracia depende de ello. Y lo primero es desacreditarlo, tratarlo peyorativamente y maldecirlo, asimilarlo al terrorismo (del cual ciertamente tiene rasgos a veces). Para lo cual no han faltado voceros más o menos de pago lanzados en plancha a su blocaje. Ya se sabe, el fin justifica a los medios. Y que, como cantaba Gardel, “despechao pa la calumnia nunca falta un buen corneta”, que en época de dos velas tantos hay con facultades innatas, con fresa y sin ella.
Solo que, una vez más, los del dedete se equivocan al señalar
con su “por allí resopla” a cuatro escracharrados como penantes de esta Moby
Dick que es la gran ruina que tenemos encima, porque lo único que señalan es
uno de sus síntomas, y lo más que ganan es distraer unos días la atención de la
ballena en cuyo vientre viajamos hacia el abismo. Lo único que ciertas frases,
actos y gestos hacen es subir la inflación interanual de tontería. De quien la
lleva y de quienes la padecen. Balones fuera y patada a lo alto como único
remedio a lo que todo el mundo ve venir, salvo ellos, naturalmente. Y que es el
fin del régimen político (o estatus quo, si así se prefiere) tal y como
funciona ahora, por decir algo, y a lo cual los menos interesados en que pegue
el esclafío, por cierto están colaborando muy febrilmente, desde uno u otro
bando, con sus guerras intestinas, carreras sucesorias y repartos de herencia
antes de morirse el muerto, o celebraciones de bautismo antes del parto.
Porque
ya me dirás lo que se van a echar al bolsillo (y esto es totalmente retórico,
ya que siempre tendrán algo para echarse) cuando todo el sistema
representativo, bipartidismo y demás se venga abajo y esto acabe como Italia,
en el mejor de los casos. Pues ya decía Bastiat, célebre teórico del
liberalismo primerizo, que cuando el saqueo es organizado por ley para ganancia de los que
la hacen, los demás saqueados tratan de entrar como sea en hacer la ley. Que es
lo que está empezando. De lo cual, antes el 15M, antes los perroflautas, antes
los indignados y ahora el escrache no son más que síntomas. La hernia por la
que las tripas se salen del refajo. Como los globos apretados. Y cuando hoy se
salen por un sitio y mañana por otro, ¿quién se fia del médico que te manda un
braguero?
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