Si he de ser sincero,
y sin afán de sentar precedente, a mí, lo del apagón de los canales digitales
me la suda. Entre todos no emitían ni treinta minutos diarios de algo visible.
Antes, aún veía alguna película en la Sexta 3.
Pero desde que Lara se la zampó para poner bloques de 20 minutos de anuncios entre fotograma y fotograma, no conseguía llegar al the end de ninguna. Lo cual me provocaba tal frustración, que es la causa, supongo, de dar gracias porque la saquen de la parrila, y a mi retina de la unidad de quemados. Y lo digo sin remordimientos. Pues antes pensaba que esto de la “cultura” es como la naturaleza, que había que mantener la biodiversidad a toda costa, incluida la existencia de las especies más abyectas. Pero después de ser coetáneo de la 5 o de la 13, creo que era un puro romanticismo periodístico. Idealismo reaccionario. Y ya no estoy tan seguro. Aunque, a la vista de lo que viene, no sé.
Pero desde que Lara se la zampó para poner bloques de 20 minutos de anuncios entre fotograma y fotograma, no conseguía llegar al the end de ninguna. Lo cual me provocaba tal frustración, que es la causa, supongo, de dar gracias porque la saquen de la parrila, y a mi retina de la unidad de quemados. Y lo digo sin remordimientos. Pues antes pensaba que esto de la “cultura” es como la naturaleza, que había que mantener la biodiversidad a toda costa, incluida la existencia de las especies más abyectas. Pero después de ser coetáneo de la 5 o de la 13, creo que era un puro romanticismo periodístico. Idealismo reaccionario. Y ya no estoy tan seguro. Aunque, a la vista de lo que viene, no sé.
El gobierno
tiene seis meses para convocar los concursos para volver a adjudicar estos
canales. O sea que no se extinguen, sino que, para desgracia de muchos, volverán.
Sólo que de otra guisa. De la que mande vestirse para la ocasión el dedazo del
concesionario, igual que hizo el anterior (directamente, por cierto; sin el
paripé del concurso, que no sé yo si es de agradecer). El tiempo justo para,
según se den las europeas, buscar a los lavativas apropiados para enchufárselas
(ésta no es precisamente una democracia unplugged) para que saquen lo
mejor (que para el común será lo peor) de ellas hasta las generales. Hasta aquí,
todo normal. O lo previsible. Pero hay más.
El asunto hay
que verlo en su contexto, el del cataclismo de los medios de comunicación en
general y en particular de los impresos, o yo diría más bien de los escritos, que
acelera los cambios no solo en la formación de la opinión pública, la
mentalidad, y la percepción del mundo, todo conducente a una evidente menor
autonomía del sujeto y su mayor posibilidad de manipulación (y no solo como
parte de las masas) por instancias cuyos intereses no está claro que sean
homologables. Eso, a nivel general.
A nivel local,
o sea del tenderete de la tirando ya a carcomida piel de toro, todo eso, y más,
se trata de cuadrar, o dar salida, con la famosa tasa Google, o compensación
por el desastre del tándem politíca/comunicación tras la crisis, en un claro
quid pro quo o tira de tejos para comprarse el gobierno de turno sus propias
fidelidades. O la nueva ley de propiedad intelectual que se trata de perpetrar,
dirigida, aunque todavía sin saber cómo, en esa misma dirección, expoliando a
los autores (con la excusa de defenderlos) para beneficio de los “gestores y
agentes” del sector, que no hay que imaginar quienes son, porque están ahí.
Todo esto,
dicho sea ya, no hará sino ahondar en el analfabetismo reinante, renovar la
enajenación, ahora por lo digital, y una nueva rémora, ahora cultural, de
amplios sectores de la población, facilitando más vueltas de tuerca de su
manipulación. Una puesta al día del pan y circo cuya guarnición como plato de
nueva creación, es la obligatoria rentabilidad económica que tales operaciones
sociohistóricas han de devengar. Pues no se trata sólo de la búsqueda de nuevos
nichos de negocio a los que sacarles beneficio monetario. Si esos mismos nichos
sirven, además, para enterrar con floritura los deseos e ilusiones (en el doble
sentido de las mismas) de la gente, miel sobre hojuelas. Que es de lo que va la
cosa.
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Así, en equipo, para facilitarles la labor. |
En cuanto a lo
demás, estamos en pleno asentamiento de las premisas. Premisas en relación a
las cuales, esto de las cadenas no deja de ser un mero detalle, una refriega
sin más importancia de la formal de hacerla con el típico dedazo del poder,
cada vez con menos miramiento y con más alevosía y que ya se podían meter donde
les quepa. Cada día más parecido al de un proctólogo. Sobre todo cuando lo
tenemos dentro, que ya es casi siempre. Y sin el detalle de molestarse en echar
el vaho en otro sitio que no sea la nuca.
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