jueves, 24 de julio de 2014

La magdalena


Los españoles, así, a lo tonto, hemos hecho otro gran negocio. Por 250€ por barba nos hemos quedado con la Caja de Cataluña. Toma ya. Y para que veas que el más tonto hace bolígrafos, y además, funcionan, encima, se la regalamos, porque nos sale, y porque nos sobra, al BBVA,
que es un banco de lo más español y estamos seguros de que nos robará en castellano, qué leches, y por lo privado, que es lo moderno. Y encima le quitamos de la boca al independentismo un buen porzuño, y lo dejamos ringado, aunque sea de risa, al menos durante veinte minutos. Pero eso no es todo. 
Para colmo de bienes dejamos en la calle, aunque sea bien forrado (para protegerse del relente nocturno, no seamos así) al antiguo sátrapa, Narcís Serra, uno de los mayores sinvergüenzas bilingües peninsulares, con el castigo ejemplar de declararlo imputado, que es algo así como un animador sociocultural (sin sueldo, todavía) de la sección de tribunales. Y que para mayor jolgorio es socialista. Y del Barça. Bueno, ya digo, un descoñe de negocio. Solo ha faltado que fuese testigo de Jehová, o republicano, para ser perfecto. Pero nadie lo es, ya lo dijo el maestro.

Montoro, el monstruo de las magdalenas
De ahí la repalandoria de Montoro de que vamos por el buen camino. Innecesaria, pues todos sabemos, va para tres años, que estamos saliendo (no sabemos con quien) y ahora sí que es ya definitivo. Yo lo sé de buena tinta porque me fijo en los indicios. La economía funciona como el clima, con cabañuelas, y no hay más que fijarse. Ni Keynes, ni Marx ni Von Misses, ese austriaco para señoritas. Indicios. Y en julio yo me he fijado en las magdalenas. Más que nada porque en verano salgo de casa sin almorzar. Y para mi sorpresa, ahora, por fin, ya se venden por unidades. Y no tendré que comerme media docena, que era la fracción más usual hasta ahora. Que nadie compraba, por no desperdiciar. 
El milagro de la multiplicación de las magdalenas
Una docena era impensable. Una salvajada del pasado. Y por unidades, nos ponemos a nivel europeo. Otra iniciativa más del ingenio español, que nunca se agradecerá lo bastante a los panaderos, que prácticamente no ganan nada al venderlas así, pero que facilitan la salud (aligerando el tracto digestivo), el peso ideal, la línea, acaban con el problema de almacenaje, y las sobras, que no hay que echar a las gallinas. Pero sobre todo el consumo, y la economía, porque, a este paso, lo mismo se venden a pares y todo dentro de unos años.

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