jueves, 27 de julio de 2017

El perista


Rajoy como testigo (no de cargo sino de descargo) es la viva imagen del despropósito en que está acabando (cuando lo haga) esta crisis-era cuya clave bien podría ser que el perista al que se supone ha ido a parar todo lo robado no acaba de dar la cara, y al no saber lo que teníamos, tampoco sabemos lo que él pueda tener, ni cuánto nos costará recuperarlo. 

Y los políticos, sobrecogidos, envalentonados o idiotizados por esa incertidumbre, y como lo cortés no quita lo cobarde, están empezando, unos a pedir perdón por el pasado, y otros por el presente, a millones de ciudadanos que, subidos por las paredes, andan ya engarabitados en el gotelé, como quien dice. 
Es otro de sus grandes errores (y recuérdese que aquel que no comete ninguno nunca hará un descubrimiento), pues de lo que tendrían que ir pensando en arrepentirse, para ser algo más estoicos y creíbles, no en vano el arrepentimiento es el remordimiento aceptado, es de lo que va a pasar en el futuro. Sería una buena declaración de culpabilidad avant la lettre, por si acaso. 
De seguir así, y nada indica lo contrario, pasaremos de la comedia a la tragedia en un acto, no siendo impensable que dentro de unos años, cuando las cicatrices estén en todo lo suyo, a alguien se le ocurra pedir responsabilidades penales, acusarles y juzgarlos por daños irreparables a la vida y la hacienda de millones de gentes, destrucción masiva y crímenes de paz (el BOE es mucho más peligroso que los morteros y las bombas) y, ¿por qué no?, de genocidio involuntario, más colaterales e imprevistos, que pueden ser macabros, dimanantes todos de la dejadez continuada, la irresponsabilidad criminal, la incompetencia flagrante, el ocultamiento y negación de pruebas, la indolencia y la inhibición letales, y la contumacia y taimería de no permitir, con tal de no perder el sillón, que otros lo intenten.  
El pusilánime que crea que su paso por la política, a partir de ahora, será inocuo, va listo. Y el que cargue la cruz sin estar dispuesto a ser crucificado, ni te cuento.  Mientras el perista aparece, los partidos deberían advertir, pues, a sus navegantes: que no aspire a gobernar quien no esté dispuesto a hacer frente a un consejo de guerra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario