jueves, 23 de marzo de 2023

Para qué

 Dicen que un 7,5% de nuestros jóvenes están deprimidos. Pero verlos es difícil. Un joven deprimido se diferencia de otro que no, por ejemplo en que, ante una proposición sexual, el primero contesta “para qué”, y el segundo “cuándo” (y ello sin renunciar ninguno al cheque cultural, algo escamante). 

Un “cómo” nos hablaría más bien de inquietudes y posturas para pensarse si no tienes un seguro privado, y un “dónde” da que pensar en algún prurito o liebre sospechosa del partner potencial, y un “por qué” te señala más que a un agente de seguros ahíto por llegar al cupo mensual. Así pues el “para qué” sería la clave de esta diagnosis psicosocial digamos cutrefacta de boquimanga. Y no es de ahora. 

Ya Kant, nada más montar su chiringuito (y empezar a vender su Kantueso racionalista) estableció que una cosa es la cosa en sí -en nuestro caso el sexo-, incognoscible, y otra la cosa para sí, que ya sería imposible, por tanto. Que por cierto es lo mismo que se hace en nuestra cultura de masas, que les presentan a Taylor Swift -o a mi quinta a Susana Estrada-, pero de catarla, nada. Total, un puro pajillerismo. Y lo mismo Hegel, que heredó el chiringuito, solo que él decía “para nosotros”. 

Y en esto llegó Lenin, sí, como suena, diciendo que ya estaba bien de renunciar a renunciar a entender -ay, si lo supieran en Chueca- y que lo que había que hacer es hacer la cosa inteligible a base de hacerse con ella, para mí, para nosotros o pa ti y pa mí, o lo que fuera. Que es lo que hace la mayoría del personal, sin conocer ni a Kant ni a Lenin. Menos ese 7,5%, que, con tanta racionalización, desarrollo emocional y superproducción de todo como hay en esta parte del mundo concebida como una inmensa guardería extraprotegida y de autocontrol, ven disminuir tanto las pocas expectativas de llegar siquiera a identificar la cosa en sí, léase su vida, que trascenderla, “para sí”, simplemente les es imposible. 

Y se deprimen. Con razón, o sin ella. Aunque algo más de rebeldía no les vendría mal.  El problema es que el mundo reaccionario contra el que ir está teñido de progresismo. Y eso es pecado. Así que, a deprimirse tocan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario