jueves, 5 de octubre de 2023

La verana

La parte contratante de la segunda parte, o sea Sánchez, para el que segundas partes siempre fueron buenas, anda ya encapillado (y el resto acapullados) en pleno deshojado de la margarita de Heisenberg, la incertidumbre esa de que “nada impide que midamos con precisión infinita la posición de una partícula, pero al hacerlo tenemos infinita incertidumbre sobre su momento”. 

Sabe que es irresoluble y que si se traga algún sapo de más se le va a alterar la macrobiota y va a faltar papel higiénico para la legislatura. Por no hablar de los herpes, chancros y demás venéreas a las que vive expuesto un político tan poliamoroso. Y eso sin tener trato, y menos carnal, con Puigdemont, y todo lo más que hagan sea pasarse alguna marca de champú (¿la Marca Catalana tal vez?).

En suma, y como dicen los jóvenes, solo se trata de un intercambio energético, lo que todavía no descarta el de fluidos corporales. O que los jueces le salgan después ranas. Pero para eso tiene a su banda The Friends Conection (contra el Imperio de la Toga), para desaturdirse el contratiempo. 

Pero sobre todo cuenta con la verana, o veroño, esa estación, o sea esta, estival pero como en femenino, trasegante, blandita, moscosa, de calmas y turgencias renacidas, en la que los salones de la moda compiten con la vuelta al cole y el polvo de los parques se levanta con rebaños de infantes. Y mientras a lo lejos, o ahí mismo, en las terrazas y en las playas sigue la berrea inacabada desde mayo, los conquistadores de cetros lo tienen menos crudo en plena prórroga de la vorágine de feromonas y oxitocinas.

 Los invasores de cuerpos (y sobre todo de mentes) saben esto. Que antes de que vuelvan los barros de estos polvos -hasta las sequías favorecen a los canallas-, es necesario triunfar, o se les atascarán los tanques y las salidas. La verana, con su vuelta a la cotidianidad más cruda, la de un calor sin vísperas de vacaciones, bloquea las cuentas y las neuronas, evidencia el Euribor y el gas, y anula aquel dicho de “aunque falte p’aceite”, por obvio. 

Y en medio de ese estado en vías de putrefacción, el brazo incorrupto del Señor de las Moscas volverá a hacer de las suyas, por desgracia, ya nuestras. 

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