miércoles, 16 de enero de 2013

Sanantonada


No sé los demás, pero a mí esa ola de franciscanismo que nos invade es que me pone. Me encanta ver a tanta gente queriendo significarse poniéndose animalista. Me pone beatífico el ver a tanto Paco. Pacomé.
Ese amor por las bestias, todo el mundo queriendo ser, no señores de ellas, sino hermanos, o primos, tratando así de elevar la propia humanidad con su dedicación a ellas como teresas de calcuta del pelo o la pluma, es que enorgullece de pertenecer, o eso creo, al género humano, porque esta ya no afición sino vocación de la especie por las demás, nada tiene que ver ya con el aserto de Oscar Wilde de que, cuanto más conoces a los humanos más quieres a tu perro, no, sino que a base de conocer a los animales, más puedes amar a tus semejantes. 
Por ejemplo, una persona que se acostumbre desde pequeña, haya dado o no Formación para la Ciudadanía, a levantar mierdas de perro, estará infinitamente más preparada que otra para quitarle las gasas a un bebé, si el perro no se lo come antes, lo cual es altamente improbable dado que perro no suele comer perro. 
Esto lo saben las élites desde hace mucho, y el atraso del resto respecto a ellas gracias a Dios se va acortando sencillamente imitándolas, que por una vez es bueno. 
Así a las bellezas famosas –que no de Famosa–, siempre más solidarias con los animales que con el resto, como doña Brígida Bardot, cuyo amor por ellos ha llegado a trastocar, según las malas lenguas, la b de su nombre por una f. O la Shahyk con ese bípedo con mote de coche malo que es R10, nada que ver con la Leica del mismo nombre (y perra por cierto del Sputnik). O a otras parejas mixtas inmortales, como Bruce Willis y su chimpancé, George Clooney y su gorrino vietnamita, Julia Roberts y su oso hormiguero, Jorge Javier y su Belén, el Príncipe Guillermo y su Kate, Shakira y su conejo, yo y mis gallinas, etc. 
El amor a los animales hecho arte... japonés, por supuesto
Emulándoles –sea con el Emule u otros soportes–, seguro que entre todos afianzamos el bestialismo dialéctico como ideología de progreso predominante, con San Antón como nuevo patrón cósmico renacido, y los sanantonianos –como antes hubo josesantonianos– como máximos militantes. De modo que viva San Antón y cada ovejo con su parejo. ¿O eso era San Antonio? Es que, con tanta biodiversidad, uno ya se confunde de animales.

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