miércoles, 29 de mayo de 2013

El corpus de la ruina


No es Cristo caminando sobre las aguas, sino un
turista occidental, o manchego accidental, más
bien de secano, que no se atreve a meterse en ellas,
en Matalascañas. A quién se le ocurre.
Dentro de un tiempo, cuando se haya olvidado cómo el Corpus se hizo fiesta de gastar, en vez de guardar, y esté normalizado como parte de las minivacaciones semanales que toda autonomía con ínfulas no puede permitirse –lo de las ínfulas es una redundancia, por consustancial a la paletería autonómica–,
pocos recordarán ya que fue establecido sólo para poder televisar una procesión y zanjar con el típico “aquímandoyochusquero una rencilla política de tres al cuarto. Una medida muy aplaudida en su día por los clásicos mandaderos lisonjeros con la gobanilla rota de tanto hacer el amor. Pero el caso es que el puentazo semanal abierto con el Corpus, aparte de ensanchar el alma de la nómina de mirapiedras que salen de excursión a solidarizarse con los tábanos y hacer peña con los talibanos regionalistas y de las Jons del momento, todo lo más que da es para que te piquen las avispas, tengas un esguince o coger un melanoma como una servilleta las que, con tal trampa tendida en plena primavera, arden, es un decir, en deseos de probar los primeros rayos UVA y se lanzan cual flores de mayo (el mes de las vírgenes, incluida la piel) con ansia heliomaniaca a los caminos o a esas playas a ponerse como cariátides.
Bien mirado, el Corpus es una invitación a montar el Cristo vacacional para que muchos que viven o trabajan en Madrid tengan, entre las fiestas madrileñas y las de aquí un mes de cachondeo, cosa que en ambos sitios podemos permitirnos por tenerlo todo hecho. Y a cien kilómetros a la redonda del foro, el personal sale de ala, o de crucero, a dejarse los cuartos por ahí, pues aquí las divisas no se admiten para pagar unos humildes caracoles. Porque hacer fiesta un final de mes de mayo, ampliable a una semana, y en temporada baja y vísperas de paga, es toda una invitación a la evasión de capitales, pareciendo los gobernantes empeñados en que tomemos las de Villadiego. Y si bien es verdad que lo que el bolsillo pierde el cuerpo lo gana, y que siempre habrá alguno que pida un botellín en un bar de carretera (aunque sea de capital extranjero), el poco consumo al que todos aspiran, unos en forma de caja y otros en impuestos, se va fuera en estas fechas, no cogiendo ni chapa. Así es que, si era por eso, lo de ampliar la fiesta regional, ya pueden despedirse. Porque es otra ruina material y otro tiro por la culata. Y en cuanto a lo espiritual, con decir que la iglesia va a celebrar el oficio correspondiente el domingo por falta de feligreses a la misa del Corpus, ya está todo dicho. Que ya podían los políticos copiarlos en algo, en vez de tanto alabarlos, pues eso es lo que ellos mismos propugnaban, lo de trasladar los puentes, antes de las elecciones. Porque así, con tanto despropósito y carambilleo es que no vamos a ningún lado. Bueno, sí, algunos a Benidorm, y hasta a Canarias. Y los más lanzados al Egeo. Allí, con las cariátides.

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